jueves, 20 de julio de 2017

INTIMIDAD




"¿Cuál es el nivel apropiado de intimidad antes del matrimonio?"

   
Efesios 5:3 nos dice, “Pero fornicación y toda inmundicia,.... ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos.” Cualquier cosa que aún “sugiera” inmoralidad sexual, es inapropiada para un cristiano. La Biblia no nos da una “lista” de lo que califica como una “sugerencia” o nos dice específicamente las actividades físicas aprobadas que una pareja pueda hacer antes del matrimonio. Sin embargo, sólo porque la Biblia no señala específicamente este punto – no significa que Dios apruebe la actividad sexual “pre-matrimonial”. Esencialmente, la “estimulación erótica” tiene el propósito de “prepararte” para el sexo. Entonces, lógicamente, este tipo de “estimulación” debe ser restringida únicamente a las parejas casadas. Cualquier cosa que pueda ser considerada como “excitación erótica” debe ser evitada antes del matrimonio (no es necesario ser tan específicos aquí).

Cualquiera y todas las actividades sexuales deben estar restringidas a las parejas casadas. ¿Qué puede hacer una pareja que aún no está casada? Una pareja aún soltera debe evitar cualquier actividad que los provoque hacia el sexo, que dé la apariencia de inmoralidad, o que pueda ser considerada como “estimulación erótica”. Yo, personalmente, aconsejaría seriamente a una pareja que no vaya más allá de tomarse las manos, abrazarse y besarse muy ligeramente antes del matrimonio. Para una pareja casada, entre más tengan para compartir exclusivamente entre ellos, hará que su relación sexual en el matrimonio llegue a ser más especial y única.

DISCOTECA


"¿Deberían los cristianos ir a discotecas? ¿Es pecado ir a una discoteca?"

   
Para decirlo sin rodeos, las discotecas son parte del mundo que es controlado por Satanás. Están diseñadas con el fin de darse a deseos pecaminosos. Las discotecas existen principalmente para dos propósitos: el consumo de alcohol y conocer a miembros del sexo opuesto, más a menudo con la actividad sexual en mente. Sí, hay música y baile, pero principalmente los solteros en particular van a discotecas para beber y conocer a alguien. Los clubes nocturnos son del mundo, y mientras que los cristianos estamos en el mundo, no somos del mundo. Siendo del mundo implica estar interesado en y desear esas cosas que apelan a la naturaleza pecaminosa.

Pablo, hablando a los cristianos, aborda el tema de las prácticas mundanas en Efesios 4:17-24, "Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad." Aquí Pablo describe quienes excluyen a Dios y se entregan a la sensualidad para la práctica de toda clase de impureza con avidez.

Obviamente, Dios no desea que nos entreguemos al pecado tan fácil y voluntariamente. Observa lo que Dios dice aquí: "...despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos..." Dios dice que cuando nos entregamos a nuestra naturaleza pecaminosa, somos engañados por nuestros deseos. Satanás es un maestro falsificador. En otras palabras, Satanás presenta algo que en la superficie aparece ser muy atractiva. La seducción de la discoteca es que es muy agradable, divertida y emocionante. Lo que no vemos son las consecuencias, porque Satanás mantiene el atractivo sensual a la vanguardia de nuestras mentes. Sexo, alcohol y drogas - encontrados todos en la mayoría de los clubes nocturnos— son muy destructivos, tanto física como espiritualmente. Dios tiene un lugar para el sexo donde resulta más agradable — en el matrimonio, donde no hay enfermedades de transmisión sexual, sida, culpabilidad, o soledad — y aquellos que no creen a Dios en esto se dañan a sí mismos.

Dios desea que seamos justos y santos porque él nos creó para ser de esa manera. Los beneficios de vivir la vida que Dios ha destinado superan las emociones mezquinas y de breve duración que ofrece este mundo. Muchos de los que son o solían estar en el estilo de vida discoteca dicen lo mismo: no hay alegría, no hay satisfacción; sólo hay vacío. Sólo Dios puede satisfacer nuestras necesidades y darnos la alegría y la felicidad que todos buscamos. Ir a la discoteca no ofrece nada más que una imitación barata. No hay alegría duradera para encontrarse en los clubes nocturnos, sólo la tentación al pecado.

Tales lugares no son para los cristianos. Aparte de las tentaciones obvias, existe la cuestión de nuestro testimonio cristiano en el mundo. Cuando los incrédulos ven a un cristiano profesante participando en un estilo de vida pecaminoso, Jesucristo es difamado y degradado. Debemos dejar que nuestras luces brillen delante de los hombres para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos (Mateo 5:16). Es difícil ver cómo puede brillar la luz de nuestra vida nueva en Jesucristo en un club nocturno. Aunque el cristiano no participe de las actividades pecaminosas, el testimonio que él o ella presenta al mundo por solo estar ahí es destructivo y debe evitarse.

RESTAURACION DEEEEE


"¿Es posible recuperar la virginidad por una restauración espiritual?"

   
Una recuperación de la virginidad por restauración espiritual es la afirmación de que, después de tener sexo, una persona puede ser restaurada a la virginidad por una renovación espiritual, jurando pureza sexual hasta el matrimonio y pidiendo perdón a Dios. Algunas mujeres han tomado esta idea de recuperar la virginidad a tal extremo que en realidad han tenido cirugía para restaurarse físicamente al estado físico/sexual de "virgen".

La presión sobre algunos cristianos a restaurar su virginidad es probablemente debida al miedo a la condena de los hermanos cristianos, o tal vez un temor que Dios no aceptará a una persona que ha tenido relaciones sexuales prematrimoniales a menos que tome pasos para restaurar espiritualmente su virginidad. Ninguna de estas razones debe ser una preocupación porque Dios ofrece perdón y gracia a todos los que piden con un corazón sincero (1 Juan 1:9). No necesitamos tratar de restaurar por nosotros mismos lo que Dios ya ha restaurado en nosotros espiritualmente.

La Biblia dice que cuando nacemos de nuevo, somos nuevas creaciones, lo viejo ha pasado y tenemos nueva vida dada a nosotros por el Espíritu Santo de Dios (2 Corintios 5:17). Esto significa que Dios decide no recordar nuestras transgresiones pasadas (Jeremías 31:34), incluyendo la pérdida de la virginidad antes del matrimonio. Nuestros pecados están tan lejos de nosotros como el este del oeste (Salmo 103:12). No hay absolutamente ninguna duda de que Dios perdonará el sexo antes del matrimonio. El amor de Dios para una persona no disminuye por los errores que ha hecho.

Sin embargo, aunque ya no se cuentan nuestros pecados contra nosotros, todavía son muy reales y todavía traen consecuencias terrenales. Una vez que se realiza un acto, ya está hecho. No es posible, por lo tanto, pretender una virginidad física por restauración espiritual, al igual que no es posible revertir las consecuencias de cualquier otro pecado que cometemos. Lo que sí podemos dejar atrás, sin embargo, son los sentimientos de culpa asociados con haber tenido relaciones sexuales prematrimoniales. Este tipo de culpa puede causarnos a dudar el poder del perdón de Dios, porque nosotros no podemos perdonarnos a nosotros mismos. Podemos ser tiranizados por nuestras emociones y sentir que somos demasiado malos para ser perdonados. Hay varias razones para ello. En primer lugar, la conciencia habla contra el perdón. La conciencia trata con la culpabilidad y condena, no la gracia y misericordia. En segundo lugar, Satanás es el "acusador de los hermanos" (Apocalipsis 12:10), y hará todo lo posible para oscurecer el amor y la gracia de Dios. Pero Satanás es un mentiroso y el padre de mentira (Juan 8:44). Una vez que reconocemos que es a su ventaja mantenernos inmovilizados por nuestros sentimientos de culpa, podemos rechazar sus mentiras, aferrarnos a las promesas de las Escrituras, realmente creer que hemos muerto al pecado y comenzar a vivir para Dios en Cristo (Romanos 6:11).

Considera el apóstol Pablo — consumido por ira contra Cristo y "respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor" (Hechos 9:1), lleno de blasfemia y de impiedad, pero Dios lo perdonó e hizo a Pablo su vaso escogido para predicar el evangelio a todo el mundo. Pablo dice a los Corintios que aunque algunos de ellos habían sido idólatras, adúlteros, prostitutos, delincuentes, homosexuales, ladrones, borrachos, difamadores y estafadores (1 Corintios 6:9-12), aún a través de la infinita bondad y gracia gratuita de Dios, se lavaron de la inmundicia y culpabilidad de sus pecados, justificados por la justicia de Cristo, santificados por el Espíritu de Cristo y adornados con la preciosa gracia de Cristo, hechos santos y perfectos ante los ojos de Dios. Conociendo el perdón de Dios en Cristo, ¿cómo es posible que mantengamos nuestros sentimientos de culpabilidad?

En lugar de buscar una virginidad por restauración espiritual, un cristiano que ha cometido el error del sexo antes del matrimonio debería comprometerse personalmente a Dios y abstenerse de relaciones sexuales hasta el matrimonio. Afirmando la virginidad por restauración espiritual no es bíblico. Creyendo incondicionalmente en el completo perdón de Dios y tomando la decisión de vivir rectamente y en formas que son agradables a Él — esto es bíblico.

TI ENE QUE CASAESE


Si una pareja queda embarazada antes del matrimonio, ¿tiene que casarse?"

   
El sexo antes del matrimonio se ha vuelto tan común en nuestra sociedad, incluso al punto de ser esperado, que aún muchos cristianos profesantes no consideran que esto sea un pecado. Nuestra cultura asume que la gente no posee la cantidad de autocontrol necesaria para la abstinencia hasta el matrimonio, así que la idea ha llegado a ser poco realista. La Palabra de Dios no cambia, sin embargo, y la Biblia nos dice que el sexo fuera del matrimonio es inmoral (Mateo 15:19; 1 Corintios 6:9,13, 7:2; 2 Corintios 12:21; Gálatas 5:19; Efesios 5:3).

Cualquier persona que se ha convertido en un cristiano nacido de nuevo, poniendo su fe y confianza en Cristo, ya no pertenece a sí misma. 1 Corintios 6:18-20 dice, “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios."

No respetar el plan de Dios para el matrimonio, el sexo y la familia siempre resulta en este tipo de consecuencias espirituales o físicas: contristando al Espíritu Santo (Efesios 4:30), culpa, vergüenza, remordimiento, pérdida de respeto por uno mismo y otros, división en las familias y entre los creyentes, un pobre ejemplo como modelo, dolor para los futuros cónyuges, embarazos no deseados, abortos y enfermedades de transmisión sexual. Dios quiere que el sexo sea una expresión íntima de amor y compromiso, para ser compartida entre un esposo y una esposa. El sexo solo por el placer físico daña nuestra espiritualidad y nos aleja de la comunión con Dios.

Cualquier persona que ha cometido el error de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio puede ser perdonada, incluso si el error resulta en un embarazo no planeado. 1 Juan 1:9 dice, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." Esto no significa que Él borrará las consecuencias de nuestras acciones, pero nosotros podemos ser restaurados espiritualmente por confesar y arrepentirnos de nuestros pecados. Esto significa apartarnos de nuestros pecados y hacer el compromiso de amar y servir a Cristo.

Hay algunos casos en que casarse antes de que nazca el bebé sería prudente. Si una pareja comprometida que ya planeaba casarse comete fornicación que resulta en un embarazo, probablemente sería más fácil para la familia y el niño casarse antes de que él o ella nazca. Pero si una pareja no comprometida comete el mismo pecado, el casarse no les hará justos ante los ojos de Dios. En tal situación, el casarse sólo les preparará para el fracaso matrimonial. La Biblia no instruye a personas en cuanto a si o no casarse bajo estas circunstancias, aunque ambos padres están todavía obligados a apoyar al niño emocionalmente, espiritualmente y financieramente.

Ninguno de nosotros se hace justo con Dios a través de las obras. Somos salvos solo por la fe, confiando en Jesucristo para salvarnos de nuestros pecados. La Biblia dice, "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23). Dios no quiere que tratemos de corregir nuestros errores nosotros mismos; Él quiere que le demos nuestros corazones. Por entregar nuestra voluntad y someternos a la soberanía de Dios, podemos estar seguros de una vida plena en la tierra y un lugar en el cielo por la eternidad.

DOS PORSONAS CASASDAS DEL MISMO SEXO


"¿Qué dice la Biblia acerca del matrimonio gay o matrimonio entre personas del mismo sexo?"

 
 Aunque la Biblia habla del tema de la homosexualidad, no menciona explícitamente el matrimonio gay o matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, es evidente que la Biblia condena la homosexualidad como un pecado inmoral y antinatural. Levítico 18:22 identifica el sexo homosexual como una abominación, un pecado detestable. Romanos 1:26 declara que los deseos y acciones homosexuales son vergonzosos, no naturales, lujuriosos e indecentes. La Primera Carta a los Corintios 6:9 afirma que los homosexuales son injustos y no heredarán el reino de Dios. Puesto que ambos los deseos y acciones homosexuales son condenados en la Biblia, es evidente que los homosexuales "casándose" no es la voluntad de Dios, y sería, de hecho, pecaminoso.

Cuando la Biblia menciona el matrimonio, es entre un hombre y una mujer. La primera mención del matrimonio, Génesis 2:24, lo describe como un hombre dejando a sus padres, y uniéndose a su esposa. En pasajes que contienen instrucciones sobre el matrimonio, como por ejemplo, 1 Corintios 7:2-16 y Efesios 5:23-33, la Biblia identifica claramente el matrimonio entre un hombre y una mujer. Bíblicamente hablando, el matrimonio es la unión de por vida de un hombre y una mujer, principalmente con la finalidad de crear una familia y proporcionar un entorno estable para la familia.

La Biblia, sin embargo, no tiene que ser utilizada únicamente para demostrar este entendimiento del matrimonio. La definición bíblica del matrimonio ha sido la comprensión universal del matrimonio en toda civilización humana en la historia del mundo. La historia argumenta en contra de los matrimonios gay. La psicología secular moderna reconoce que los hombres y las mujeres son psicológicamente y emocionalmente diseñados para complementar el uno al otro. Por lo que se refiere a la familia, los psicólogos sostienen que la unión entre un hombre y una mujer en la que ambos cónyuges son buenos modelos de papeles de género es el mejor ambiente en el que criar a niños equilibrados y bien ajustados. La psicología argumenta en contra de los matrimonios gay. En la naturaleza, es decir, el aspecto físico, claramente, los hombres y las mujeres fueron diseñados para "encajar" sexualmente. Con el propósito "natural" de la relación sexual siendo la procreación, está claro que sólo una relación sexual entre un hombre y una mujer puede cumplir con este propósito. La naturaleza argumenta en contra de los matrimonios homosexuales.

Por lo tanto, si la Biblia, la historia, la psicología, y la naturaleza argumentan para el matrimonio entre un hombre y una mujer, ¿por qué hay tanta controversia hoy en día? ¿Por qué son etiquetados como fanáticos intolerantes y odiosos los que se oponen al matrimonio gay o matrimonio entre personas del mismo sexo, no importa cuán respetuosamente se presente la oposición? ¿Por qué los del movimiento por los derechos gay están exigiendo tan agresivamente para el matrimonio homosexual, cuando la mayoría de las personas, religiosas y no religiosas, apoyan, o al menos son mucho menos opuestos, a que las parejas homosexuales tengan los mismos derechos legales que las parejas casadas con alguna forma de unión civil?

La respuesta, según la Biblia, es que todo el mundo sabe inherentemente que la homosexualidad es inmoral y antinatural, y la única manera de acabar con este conocimiento es por normalizar la homosexualidad, y atacar cualquier y toda oposición a ella. La mejor manera de normalizar la homosexualidad es colocando el matrimonio entre personas del mismo sexo en un plano de igualdad con el matrimonio tradicional de género opuesto. Romanos 1:18 ilustra esto. La verdad es conocida porque Dios la ha dejado clara. La verdad es rechazada y sustituida por una mentira. La mentira es promovida y la verdad reprimida y atacada. La vehemencia y la ira expresadas por muchos en el movimiento de los derechos de los homosexuales a cualquier persona que se opone a ellos es, en efecto, una indicación de que saben que su posición es indefendible. Tratando de superar una posición débil por levantar la voz es el truco más antiguo en el debate. Tal vez no haya descripción más exacta del programa moderno de los derechos gay que la que vemos en Romanos 1:31; ”son desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia."

Dar sanción al matrimonio homosexual sería dar aprobación para el estilo de vida homosexual, que la Biblia condena clara y consistentemente como pecaminoso. Los cristianos deben oponerse con firmeza a la idea del matrimonio gay o matrimonio de personas del mismo sexo. Además, hay argumentos fuertes y lógicos contra el matrimonio homosexual dentro de contextos completamente separados de la Biblia. Uno no tiene que ser un cristiano evangélico para reconocer que el matrimonio es entre un hombre y una mujer.

Según la Biblia, el matrimonio es ordenado por Dios a ser entre un hombre y una mujer (Génesis 2:21-24; Mateo 19:4-6). El matrimonio gay o matrimonio entre personas del mismo sexo es una perversión de la institución del matrimonio y una ofensa al Dios que creó el matrimonio. Como cristianos, no debemos tolerar o ignorar el pecado. Más bien, debemos compartir el amor de Dios y el perdón de los pecados que está a disposición de todos, incluidos los homosexuales, a través de Jesucristo. Hemos de hablar la verdad en amor (Efesios 4:15) y defender la verdad con "mansedumbre y reverencia" (1 Pedro 3:15). Como cristianos, cuando defendemos la verdad y el resultado es ataques personales, insultos, y persecución, debemos recordar las palabras de Jesús: "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece." (Juan 15:18-19).

sábado, 8 de julio de 2017

12 DISIPULOS>





"¿Quiénes fueron los doce (12) discípulos / apóstoles de Jesucristo?"

   
La palabra “discípulo” significa “aprendiz” o “seguidor”. La palabra “apóstol” se refiere a “uno que es enviado”. Mientras Jesús estuvo en el mundo, los doce fueron llamados discípulos. Los 12 discípulos siguieron a Jesucristo, aprendieron de Él, y fueron entrenados por Él. Después de la resurrección y ascensión de Jesús, Él envió fuera a sus discípulos para convertirse en Sus testigos (Mateo 28:18-20; Hechos 1:8). Entonces ellos fueron conocidos como los doce apóstoles. Sin embargo, aún cuando Jesús aún estaba todavía en el mundo, los términos “discípulos” y apóstoles” fueron utilizados indistintamente, mientras eran entrenados y enviados por Jesús.

Los doce discípulos / apóstoles originales están registrados en Mateo 10:2-4, “Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananita, y Judas Iscariote, el que también le entregó.” La Biblia también nombra a los 12 discípulos / apóstoles en Marcos 3:16-19 y Lucas 6:13-16. Comparando estos tres pasajes, hay un par de pequeñas diferencias en los nombres. Parece que Tadeo también era conocido como “Judas, hermano de Jacobo” (Lucas 6:16) y Lebeo (Mateo 10:3). Simón el Zelote también era conocido como Simón el cananita (Marcos 3:18). Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús, fue reemplazado por Matías entre los doce apóstoles (ver Hechos 1:20-26). Algunos maestros bíblicos “invalidaron” a Matías como miembro de los 12 apóstoles, y en su lugar creyeron que el apóstol Pablo fue elegido por Dios para reemplazar a Judas Iscariote como el doceavo apóstol.

Los doce discípulos / apóstoles fueron hombres ordinarios, a quienes Dios utilizó de una manera extraordinaria. Entre los 12 había pescadores, un cobrador de impuestos y un revolucionario. Los Evangelios registran las constantes caídas, luchas y dudas de estos doce hombres que siguieron a Jesucristo. Después de ser testigos de la resurrección y ascensión de Jesús al Cielo, el Espíritu Santo transformó a los discípulos / apóstoles en poderosos hombres de Dios, quienes “trastornaron al mundo entero” (Hechos 17:6). ¿Cuál fue el cambio? Los 12 apóstoles / discípulos “habían estado con Jesús” (Hechos 4:13). ¡Ojalá se diga lo mismo de nosotros!

EL PROPOSITO DE LA IGLESIA


"¿Cuál es el propósito de la iglesia?"

 
 Hechos 2:42 puede ser considerado como una declaración del propósito de la iglesia, “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y las oraciones.” Así que, de acuerdo a esta Escritura, el propósito o actividades de la iglesia deben ser; (1) Enseñar la doctrina bíblica, (2) proveer un lugar de convivencia para los creyentes, (3) celebrar la Cena del Señor, y (4) orar.

La iglesia está para enseñar la doctrina Bíblica, a fin de que podamos ser arraigados en nuestra fe. Efesios 4:14 nos dice, “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error.” La iglesia está para ser un lugar de compañerismo, donde los cristianos puedan convivir fraternalmente y honrarse unos a otros (Romanos 12:10), instruirse unos a otros (Romanos 15:14), ser benignos y misericordiosos unos con otros (Efesios 4:32), animarse unos a otros (1 Tesalonicenses 5:11), y lo más importante, amarse unos a otros (1 Juan 3:11).

La iglesia está para ser un lugar donde los creyentes puedan celebrar la Cena del Señor, recordando la muerte de Cristo y Su sangre derramada por nosotros (1 Corintios 11:23-26). El concepto de “partir el pan” (Hechos 2:42) también conlleva la idea de comer juntos. Este es otro ejemplo del compañerismo promovido por la iglesia. El propósito final de la iglesia, de acuerdo a Hechos 2:42 es orar. La iglesia es un lugar que promueve la oración, enseña la oración, y practica la oración. Filipenses 4:6-7 nos anima a hacerlo, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”

Otra “comisión” dada a la iglesia es el proclamar el Evangelio para la Salvación, a través de Jesucristo (Mateo 28:18-20; Hechos 1:8). La iglesia es llamada a compartir fielmente el Evangelio a través de su palabra y hechos. La iglesia está para ser un “faro de luz” en la comunidad – guiando a la gente hacia nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La iglesia está tanto para promover el Evangelio como para preparar a sus miembros a proclamarlo (1 Pedro 3:15).

Algunos propósitos finales de la iglesia son dados en Santiago 1:27, donde leemos “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.” La iglesia está para ministrar a aquellos que están en necesidad. Esto incluye no sólo el compartir el Evangelio, sino también proveer para sus necesidades físicas (comida, ropa, hospedaje) como sea necesario y apropiado. La iglesia está también para equipar a los creyentes en Cristo con las herramientas que ellos necesitan para vencer al pecado y permanecer libres de la contaminación del mundo. Esto es logrado por los principios dados anteriormente -- enseñanza bíblica y compañerismo cristiano.

Así que, con todo lo que hemos dicho, ¿cuál es el propósito de la iglesia? Me gusta la ilustración en 1 Corintios 12:12-27. La iglesia es el “cuerpo” de Dios – somos Sus manos, boca y pies en este mundo. Estamos para hacer las cosas que Jesucristo haría si Él estuviera aquí físicamente en el mundo. La iglesia está para ser “cristiana” --- es decir, “como Cristo” --- y para ser seguidores de Cristo.

TIENE USTED VIDA ETERNA


"¿Tiene Ud. Vida Eterna?"

   
La Biblia presenta un sendero claro hacia la vida eterna. Primero, debemos reconocer que hemos pecado contra Dios. En las Sagradas Escrituras leemos en Romanos capítulo 3 y el versículo 23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Todos hemos hecho cosas que desagradan a Dios, las cuales nos hacen merecedores de castigo. Debido a que a la larga todos nuestros pecados van en contra de un Dios eterno, únicamente bastaría un castigo eterno. Pero, en Romanos capítulo 6 y el versículo 23 leemos, “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro.”

En 1 de Pedro capítulo 2 y el versículo 22, leemos que Jesucristo es el santo Hijo de Dios, sin pecado. En Juan capítulo 1, los versículos 1 y 14, leemos que el eterno Hijo de Dios, se hizo hombre y murió para pagar nuestro castigo. En Romanos 5:8 leemos: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Jesucristo murió en la cruz (Juan 19:31-42). Él llevó la culpa que merecíamos nosotros (2 Corintios 5:21). Tres días más tarde El se levantó de la tumba, demostrando Su victoria sobre el pecado y la muerte. (1 de Corintios 15:1-4) Y en 1 de Pedro capítulo 1 versículo 3, leemos: “Que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.”

En Hechos 3 el versículo 19, leemos que por fe, debemos arrepentirnos y apartarnos de nuestro pecado y volvernos a Cristo para la salvación. Si ponemos nuestra fe en El, confiando en que Su muerte en la cruz fue el pago por nuestros pecados, seremos perdonados y recibiremos la promesa de la vida eterna en el cielo. En Juan 3:16 leemos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” En Romanos 10:9 leemos: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” ¡Solamente la fe en la obra completa de Cristo en la cruz es el único camino verdadero hacia la vida eterna! En Efesios 2:8-9 leemos: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

Si desea aceptar a Jesucristo como su Salvador, usted puede repetir la siguiente oración: “Dios, sé que he pecado contra ti y merezco castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, de manera que, a través de la fe en El, yo pueda ser perdonado. Me arrepiento y me aparto de mi pecado y pongo mi confianza en Ti para mí salvación. ¡Gracias por Tu maravillosa gracia y por Tu perdón – el don de la vida eterna! En nombre de Jesús, ¡Amén!” Recuerde que al hacer esta oración o cualquier otra, no es suficiente para salvarle. Solamente el confiar y tener fe en Cristo puede librarle del pecado y regalarle una vida eterna en el cielo. Esta oración es simplemente una manera de expresarle a Dios su fe en El y agradecerle por proveerle la salvación.

¿Ha hecho usted una decisión por Cristo por lo que ha leído aquí? Si es así, por favor oprima la tecla “¡He aceptado a Cristo hoy!”
    

jueves, 6 de julio de 2017


Libro de Isaías
  Isaías 1:1 identifica al autor del libro de Isaías como el Profeta Isaías.

Fecha de su Escritura: El libro de Isaías fue escrito entre el 701 y el 681 a.C.

Propósito de la Escritura: El Profeta Isaías fue primeramente llamado a profetizar al reino de Judá. Judá había estado atravesando por tiempos de avivamiento y tiempos de rebelión. Judá había estado amenazado con destrucción por Asiria y Egipto, pero fue preservado por la misericordia de Dios. Isaías proclamó un mensaje de arrepentimiento del pecado y expectativas de esperanza en la liberación de Dios en el futuro.

Versos Clave: Isaías 6:8, “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.”

Isaías 7:14, “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”

Isaías 9:6, “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

Isaías 14:12-13, “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte.”

Isaías 53:5-6, “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”

Isaías 65:25, “El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.”

Breve Resumen: El Libro de Isaías revela el juicio y la salvación de Dios. Dios es “santo, santo, santo.” (Isaías 6:3) y por tanto, Él no puede permitir que el pecado quede impune (Isaías 1:2; 2:11-20; 5:30; 34:1-2; 42:25). Isaías describe el juicio venidero de Dios como un “fuego consumidor” (Isaías 1:31; 30:33).

Al mismo tiempo, Isaías comprende que Dios es un Dios de misericordia, gracia, y compasión (Isaías 5:25; 11:16; 14:1-2; 32:2; 40:3; 41:14-16). La nación de Israel (ambas Judá e Israel) están ciegos y sordos a los mandamientos de Dios (Isaías 6:9-10; 42:7). Judá es comparado con una viña que debe ser, y será pisoteada (Isaías 5:1-7). Solo por Su misericordia y Sus promesas a Israel, Dios no permitirá que Israel o Judá sean completamente destruidas. Él traerá sobre ambas restauración, perdón, y sanidad (43:2; 43:16-19; 52:10-12).

Más que ningún otro libro en el Antiguo Testamento, Isaías se enfoca en la salvación que vendrá a través del Mesías. Un día, el Mesías regirá con justicia y juicio (Isaías 9:7; 32:1). El reinado del Mesías traerá paz y seguridad a Israel (Isaías 11:6-9). A través del Mesías, Israel será una luz para todas las naciones (Isaías 42:6; 55:4-5). El reino del Mesías en la tierra (Isaías capítulos 65-66) es la meta hacia la cual señala todo el Libro de Isaías. Es durante el reinado del Mesías que la justicia de Dios será totalmente revelada al mundo.

En una aparente paradoja, el Libro de Isaías también presenta al Mesías como uno que sufrirá. Isaías capítulo 53 describe vívidamente el sufrimiento del Mesías por el pecado. Es a través de Sus heridas que la sanidad es alcanzada. Es a través de Su sufrimiento que nuestras iniquidades son borradas. Esta aparente contradicción es resuelta en la Persona de Jesucristo. En Su primera venida, Jesús fue el siervo sufriente de Isaías capítulo 53. En Su segunda venida, Jesús será el Rey conquistador y soberano, el Príncipe de Paz (Isaías 9:6).

Referencias Proféticas: Como antes mencionamos, el capítulo 53 de Isaías describe la venida del Mesías y el sufrimiento que Él soportaría con el fin de pagar por nuestros pecados. En Su soberanía, Dios orquestó cada detalle de la crucifixión para cumplir cada profecía de este capítulo, así como otras profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. La imagen del capítulo 53 es conmovedora y profética, y contiene un cuadro completo del Evangelio. Jesús fue despreciado y rechazado (v.3; Lucas 13:34; Juan 1:10-11), azotado por Dios (v.4; Mateo 27:46), y herido por nuestras rebeliones (v.5; Juan 19:34; 1 Pedro 2:24). Por medio de Su sufrimiento, Él pagó el castigo que nosotros merecíamos y se convirtió por nosotros en el último y perfecto sacrificio (v.5; Hebreos 10:10). Aunque Él fue sin pecado, Dios puso en Él nuestro pecado, y nosotros fuimos hechos justicia de Dios en Él (2 Corintios 5:21).

Aplicación Práctica: El Libro de Isaías nos presenta a nuestro Salvador con innegable detalle. Él es el único camino al cielo, el único medio para obtener la gracia de Dios, el único Camino, la única Verdad, y la única Vida (Juan 14:6; Hechos 4:12). Sabiendo el precio que Cristo pagó por nosotros, ¿cómo podríamos descuidar o rechazar “una salvación tan grande”? (Hebreos 2:3). Tenemos solo unos pocos cortos años en la tierra para venir a Cristo y abrazar la salvación que solo Él ofrece. No hay una segunda oportunidad después de la muerte, y la eternidad en el infierno es un tiempo muy, muy largo.

¿Conoces a gente que declara ser creyente en Cristo y que son dos caras, que son hipócritas? Ese es tal vez el mejor resumen de cómo Isaías vio a la nación de Israel. Israel tenía una apariencia de rectitud, pero sólo era una fachada. En el Libro de Isaías, el Profeta Isaías desafía a Israel a obedecer a Dios con todo su corazón, no solo en el exterior. El deseo de Isaías era que aquellos que oyeran y leyeran sus palabras fueran convencidos de volverse de su maldad e ir a Dios para el perdón y la sanidad.



Libro de Lamentaciones
  El Libro de Lamentaciones no identifica explícitamente a su autor. La tradición es que el Profeta Jeremías fue quien escribió Lamentaciones. Esta opinión es muy probable, considerando que el autor fue un testigo de la destrucción de Jerusalén por los babilonios. Jeremías se ajusta a esta descripción (2 Crónicas 35:25; 36:21-22).

Fecha de su Escritura: El Libro de Lamentaciones fue escrito probablemente entre el 586 y el 575 a.C., durante o poco después de la caída de Jerusalén.

Propósito de la Escritura: Como resultado de la continua y no arrepentida idolatría de Judá, Dios permitió a los babilonios asediar, despojar, quemar y destruir la ciudad de Jerusalén. El templo de Salomón, que había permanecido por 400 años aproximadamente, fue quemado hasta sus cimientos. El Profeta Jeremías, un testigo ocular de estos eventos, escribió el Libro de Lamentaciones, como un lamento por lo que ocurrió a Judá y Jerusalén.

Versos Clave: Lamentaciones 2:17, “Jehová ha hecho lo que tenía determinado; Ha cumplido su palabra, la cual él había mandado desde tiempo antiguo. Destruyó, y no perdonó; Y ha hecho que el enemigo se alegre sobre ti, Y enalteció el poder de tus adversarios.”

Lamentaciones 3:22-23, “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”

Lamentaciones 5:19-22, “Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre; Tu trono de generación en generación. ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros, Y nos abandonas tan largo tiempo? Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; Renueva nuestros días como al principio. Porque nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera.”

Breve Resumen: El Libro de Lamentaciones está dividido en cinco capítulos. Cada capítulo representa un poema separado. En el hebreo original, los versos son acrósticos, los cuales inician cada verso con una letra sucesiva del alfabeto hebreo. En el Libro de Lamentaciones, el Profeta Jeremías comprende que los babilonios fueron la herramienta de Dios para traer juicio sobre Jerusalén (Lamentaciones 1:12-15; 2:1-8; 4:11). Lamentaciones deja en claro que el pecado y la rebelión fueron las causas de que la ira de Dios fuera derramada (1:8-9: 4:13; 5:16). Lamentar es lo apropiado en tiempos de angustia, pero pronto deberá dar paso a la contrición y al arrepentimiento (Lamentaciones 3:40-42; 5:21-22).

Referencias Proféticas: Jeremías fue conocido como “el profeta llorón” por su profunda y permanente pasión por su pueblo y su ciudad (Lamentaciones 3:48-49). Este mismo dolor por los pecados del pueblo y su rechazo de Dios, fue expresado por Jesús, mientras se aproximaba a Jerusalén y veía a futuro su destrucción a manos de los romanos (Lucas 19:41-44). A causa del rechazo de los judíos a su Mesías, Dios usó el asedio romano para castigar a Su pueblo. Pero Dios no disfruta el tener que castigar a Sus hijos y Su oferta de Jesucristo como una expiación por el pecado, muestra Su gran compasión por su pueblo. Un día, por Cristo, Dios secará todas las lágrimas (Apocalipsis 7:17).

Aplicación Práctica: Aún en un terrible juicio, Dios es un Dios de esperanza (Lamentaciones 3:24-25). No importa cuánto nos hayamos alejado de Él, tenemos la esperanza de que podemos regresar a Él y encontrar Su compasión y perdón (1 Juan 1:9). Nuestro Dios es un Dios amoroso (Lamentaciones 3:22), y por Su gran amor y compasión, Él envió a Su Hijo, para que no perezcamos en nuestros pecados, sino que podamos vivir eternamente con Él (Juan 3:16). La fidelidad (Lamentaciones 3:23) y salvación de Dios (Lamentaciones 3:26), son atributos que nos dan gran esperanza y consuelo. Él no es un Dios indiferente y caprichoso, sino un Dios que salvará a aquellos que acudan a Él, admitan que no pueden hacer nada para ganar Su favor, y apelen a la misericordia del Señor, para que no seamos consumidos (Lamentaciones 3:22).

JEREMIAS


Libro de Jeremías
 Jeremías capítulo 1, verso 1 identifica al Profeta Jeremías como el autor del Libro de Jeremías.

Fecha de su Escritura: El Libro de Jeremías fue escrito entre el 630 y el 580 a.C.

Propósito de la Escritura: El Libro de Jeremías registra las profecías finales a Judá, advirtiéndoles de la destrucción por venir, si la nación no se arrepiente. Jeremías hace un llamado a la nación para volverse a Dios. Al mismo tiempo, Jeremías reconoce la inevitable destrucción de Judá, debido a su no arrepentida idolatría e inmoralidad.

Versos Clave: Jeremías 1:5, “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.”

Jeremías 17:9, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”

Jeremías 29:10-11, “Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”

Jeremías 52:12-13, “Y en el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán capitán de la guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia. Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y destruyó con fuego todo edificio grande.”

Breve Resumen: El Libro de Jeremías es primeramente un mensaje de juicio sobre Judá por la creciente idolatría (Jeremías 7:30-34; 16:10-13; 22:9; 32:29; 44:2-3). Después de la muerte del Rey Josías, el último rey justo, la nación de Judá había abandonado casi completamente a Dios y Sus mandamientos. Jeremías compara a Judá con una prostituta (Jeremías 2:20; 3:1-3). Dios había prometido que Él juzgaría la idolatría de la forma más severa (Levíticos 26:31-33, Deuteronomio 28:49-68), y Jeremías estaba advirtiendo a Judá que el juicio de Dios estaba a la puerta. Dios había librado a Judá de la destrucción en incontables ocasiones, pero Su misericordia había llegado a su fin. Jeremías describe al rey Nabucodonosor conquistando y sojuzgando a Judá bajo su dominio (Jeremías 24:1). Después de una rebelión posterior, Dios trajo a Nabucodonosor, y el ejército babilonio regresó para destruir y desolar a Judá y Jerusalén (Jeremías 52). Aún en medio de este severísimo juicio, Dios promete restauración a Judá cuando regrese a la tierra que Dios le había dado (Jeremías 29:10).

Referencias Proféticas: Jeremías 23:5-6 presenta una profecía de la venida del Mesías, Jesucristo. El profeta Lo describe como un Renuevo de la casa de David (v.5; Mateo 1), el Rey que reinaría en sabiduría y justicia (v.5, Apocalipsis 11:15). Es Cristo, quien finalmente será reconocido por Israel como su Mesías verdadero, como el que proporcionará la salvación para Sus escogidos. (v.6; Romanos 11:26)

Aplicación Práctica: El Profeta Jeremías tuvo un mensaje muy difícil de entregar. Jeremías amaba a Judá, pero él amaba mucho más a Dios. Tan doloroso como fue para entregar un mensaje consistente en el juicio a su propio pueblo, Jeremías fue obediente a lo que Dios le dijo que hiciera y dijera. Jeremías esperaba y oraba por misericordia de Dios para con Judá, pero también confiaba en que Dios era bueno, justo, y recto. Nosotros también debemos obedecer a Dios, aún cuando sea difícil, reconocer la voluntad de Dios es más importante que nuestros propios deseos, y confiar en que Dios, en Su infinita sabiduría y perfecto plan, procurará lo mejor para Sus hijos (Romanos 8:28).