martes, 31 de enero de 2017

LA AUTORIDAD EN LA IGLESIA LOCAL







                                  La Llave De La Autoridad De Cristo En La Iglesia Local
 
Es evidente que es en tiempos de dificultades y pruebas que Dios irrumpe en nuestro entendimiento con un nuevo concepto. Recibimos una percepción nueva sobre una verdad familiar antigua. Las presiones de los problemas y circunstancias adversas nos llevan a confesar ante Dios los pesares de nuestros corazones.
En tiempos como esos, el Espíritu de Dios tiene la oportunidad de impartirnos un entendimiento más intenso del plan y propósito de Dios.
Durante muchos años me he adherido a la revelación de la Iglesia en el Nuevo Testamento. Creo que ésta es una institución universal, un organismo vivo, organizado en iglesias locales (de hogares) que se gobiernan y propagan a sí mismas.
No obstante, fue durante un tiempo de adversidad en la obra que Dios levantó bajo mi liderato en Adelaida, Australia del Sur, cuando el Señor me mostró la autoridad de Cristo en la iglesia local (del hogar).
A. CRISTO Y LA IGLESIA LOCAL O DEL HOGAR
El Señor me mostró cómo la iglesia en una localidad puede ser usada como una llave hacia el avivamiento.
1. El Plan De Dios Para La Iglesia Del Nuevo Testamento
Mi deseo personal, era salir al ministerio evangelístico en Australia y en el extranjero. En lugar de eso, el Señor me confinó a continuar en Su obra para establecer este gran principio de la Iglesia del Nuevo Testamento. Cada iglesia local o del hogar, debe ser un centro autónomo de avivamiento. No independiente, sino más bien interdependiente, utilizando su libertad en una unidad dedicada y en una coordinación de actividades.
Entonces, recibí las cinco normas del avivamiento en una iglesia local. Este programa de cinco puntos, ha venido a ser, desde entonces, de gran inspiración para muchas otras iglesias locales.
En Apocalipsis 1, el Apóstol Juan registra su visión de los siete candeleros de oro y al Cristo resucitado que estaba en medio de ellos. Esos siete candeleros, se nos ha dicho, simbolizaban las siete iglesias de Asia Menor.
Además, siete es el número que simboliza totalidad o perfección.
Los candeleros también representan a toda la Iglesia sobre la tierra.
En Éxodo 25, leemos que Moisés recibió la orden de fabricar un candelero con siete brazos hechos de una sola pieza de oro. Esto, simbolizó el testimonio de Israel en el Antiguo Testamento. Israel fue escogido para que fuera una nación gobernada centralmente y unida, un candelero de siete brazos de una pieza de metal.
No obstante, en el Nuevo Testamento, la Iglesia cristiana es simbolizada por siete candeleros individuales. Dios nunca tuvo la intención de que la Iglesia fuera una institución organizada y centralmente gobernada universalmente. Él planeó que ella fuera una asociación de congregaciones gobernadas localmente.
2. Cristo Trata Directamente Con Iglesias Locales (Hogares)
En Apocalipsis 2 y 3, leemos los mensajes del Señor para las siete iglesias, y descubrimos que Él trata directamente con cada iglesia en particular, exhortándola, ordenándole, reprendiéndola, amonestándola y remunerándola. De igual manera sucede hoy.
El Señor no trata con la Iglesia como denominaciones organizadas, ni como un cuerpo universalmente organizado. Él ve a Su Cuerpo compuesto de todos los creyentes nacidos de nuevo visibles en formas de iglesias o congregaciones locales.
En la iglesia local o del hogar, Él ha establecido gobierno, ministerio, comunión y disciplina.
La Iglesia Universal es comparada en el Nuevo Testamento con un edificio en el cual nosotros hemos sido edificados como "piedras vivas". Es descrita como una familia en la cual tenemos el derecho legal de ser hijos legítimos. Es llamada el Cuerpo de Cristo, del cual somos miembros en particular.
Pero, ¿cómo puede alguien disfrutar de sus privilegios y cumplir con sus deberes como miembro de esa Iglesia Universal, a menos que no comience tomando su lugar en la iglesia local?
3. La Iglesia Universal Y La Iglesia Local (Del Hogar)
En Mateo 16:18 Jesús dijo: "Edificaré mi iglesia", haciendo referencia a la Iglesia Universal, la cual está compuesta de todos los que, como Pedro, reciben y confiesan que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
En contraste con esto, Jesús enseñó en Mateo 18:15-17 que si una persona ha sido ofendida por otra, debe procurar la reconciliación privadamente con tal persona. Si tal cosa fracasa, deberá ir con testigos. Si todavía no tiene éxito, entonces, deberá llevar el asunto ante "la iglesia".
Pero ¿a qué iglesia? Por supuesto que no es a la Iglesia Universal, ni a otra denominación particular, sino obviamente a la iglesia local. Es allí donde encontramos comunión y las medidas disciplinarias para mantener la armonía y comunión.
En la primera mención de la Iglesia en el Nuevo Testamento, es una referencia a la Iglesia Universal que Cristo está edificando.
Pero la segunda referencia a la Iglesia, es la congregación local.
Estas son las únicas dos maneras en las que la palabra "iglesia" es usada en la Biblia: ya sea como Iglesia Universal de todos los creyentes que han nacido de nuevo, o la iglesia local en la cual tales creyentes se han organizado.
Volviéndonos al libro Apocalipsis 1: Observemos que Juan hace sólo una referencia pasajera a los siete candeleros de oro. Luego, toma cuatro versículos para describir elocuentemente las glorias de "uno semejante al Hijo del Hombre" en medio de los candeleros.
No fue el oro reluciente de los candelabros lo que impresionó a Juan, sino la indescriptible gloria de Cristo, el Sumo Sacerdote resucitado que caminaba entre ellos.
4. La Victoria De Cristo Es Vista En La Iglesia Local
Y así mismo sucede hoy. Jesús, la Cabeza glorificada de la Iglesia Universal, camina en medio de las iglesias locales para ministrarles, ordenarles, reprenderlas, corregirlas y bendecirlas.
Y el Cristo que se mueve entre las iglesias locales, es el Mismo que le dijo a Juan ese día en la Isla de Patmos: "No temas, yo soy el primero y el último. Y el que vivo, y estuve muerto, mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades [infierno]" (Ap 1:17, 18).
Cada iglesia local, emerge como un testimonio de Cristo resucitado, triunfante y glorificado.
Él murió y resucitó de la tumba. Luego, ascendió al cielo.
Toda autoridad le fue dada en el Cielo y en la tierra.
Él derrotó al diablo en lo que era su propio territorio. Cristo le arrebató al diablo las llaves del infierno y de la muerte, y ahora está sentado a la diestra del Padre en Su trono de victoria. Su autoridad es suprema. Él es quien se pasea en medio de cada candelero o iglesia local.
Así como el sacerdote en el templo, Jesús está listo para derramar nuevos surtidos de aceite, para limpiar y recortar la mecha para que una lámpara pueda alumbrar constantemente la gloriosa victoria y autoridad suprema del Señor Jesucristo.
Cada congregación local puede tener la victoria y tener avivamiento. Cristo conoce a cada iglesia local, le habla a cada una y ministra a cada una. Imaginémonos este mundo saturado de candeleros de oro, y con el Sumo Sacerdote Jesucristo resucitado caminando en medio de ellos. Ese es el panorama que tiene el Cielo de la Iglesia sobre la tierra.
Existen tres maneras en las cuales la iglesia local puede ser un testigo fiel de la victoria de Cristo.
a. En La Unidad De Los Creyentes. Un gran énfasis es puesto sobre la unidad en el Nuevo Testamento. Aun antes de Él mencionar la Iglesia, Jesús dijo:
"Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda" (Mt 5:23, 24).
En Su primera referencia a la iglesia del hogar o local, en Mateo 18:15-17, Jesús habló de la necesidad de la reconciliación entre los hermanos y de la disciplina para los que rehúsan ser reconciliados.
El Apóstol Pablo exhorta a la iglesia local de Roma: "Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo" (Ro 15:5,6).
Luego le escribió a los Filipenses: "…para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio" (Fil 1:27).
Y así, a través de todo el Nuevo Testamento, encontramos exhortaciones repetidas para mantener la unidad del Espíritu en la iglesia local. Sin ésta, el Espíritu Santo es contristado, y la gloriosa victoria de Cristo no puede ser experimentada o demostrada.
b. En El Amor De Los Creyentes. El término para amor en el griego, es uno que expresa un amor divino, uno impartido de manera sobrenatural.
Leamos lo que nos dice el Apóstol Pedro con respecto a esto:
"Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición" (1 P 3:8, 9).
Es en la iglesia local donde encontramos la oportunidad de dar expresión al amor de Dios. No encontramos el mismo reto e incentivo para demostrar este amor divino siendo miembros de la iglesia Universal.
Estamos muy alejados de la vasta mayoría de los compañeros miembros. Es una situación diferente en la comunidad de la iglesia local.
En 1 de Juan 3:14, leemos: "Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos". Muchos de nosotros podemos leer esas palabras y decimos "amén". Nosotros amamos a nuestros hermanos. Entre más grande es la multitud, mayor es nuestra alegría. Disfrutamos de su confraternidad (comunión).
Pero entonces, completamos ese versículo y leemos estas palabras: "Todo aquél que aborrece a su hermano es homicida".
Como podemos ver, es imposible amar a los hermanos si somos negligentes en amar a un hermano (hermana) en particular.
Y lo más probable es que nos encontremos con tal hermano en la iglesia local.
Es posible que nos olvidemos de él si estuviera al otro lado de la tierra, o aun al otro lado del pueblo. Pero vamos a tener que aprender a amarlo con el amor divino de Dios en nuestros corazones si le encontramos cada semana en la iglesia local.
El amor de Dios es derramado en los corazones de los creyentes, y a medida que penetra por la atmósfera de la iglesia local, el poder de Cristo es revelado y Su gloriosa victoria demostrada en sus medios.
c. En La Autoridad De Los Creyentes. Jamás olvidaré el momento en el cual la profunda verdad de Mateo 18:19, 20 fue firmemente grabada sobre mí por el Señor. Jesús dijo: "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".
Cristo no se estaba refiriendo a un acuerdo superficial o casual entre los hermanos de que cierta cosa debería ser hecha o de que cierta necesidad debería ser suministrada.
Algunas personas han venido a mí en ocasiones y dicho: "¿Estás de acuerdo conmigo de que esto o aquello debería ser hecho?".
Por lo regular, he contestado que no puedo estar de acuerdo con ellos a menos que comparta sus profundas convicciones y me una con ellos en fe.
La palabra "acordar" viene del vocablo griego sumphoneo, que significa sinfonía, o un cruce perfecto de pensamientos, sentimientos y propósitos.
Un amigo mío me dijo recientemente que una vez tocó en la orquesta sinfónica de cierta ciudad en Nueva Zelanda.
El director detuvo la música y mencionó que un violinista no estaba tocando una nota particular debidamente. El violinista protestó diciendo que estaba tocando en armonía con la música.
El director nuevamente detuvo la orquesta y le dijo al mismo violinista que estaba fuera de tono en cierta nota. Finalmente, el director examinó la música y descubrió que la copia que el violinista estaba usando, tenía un error de impresión. Aunque la nota correcta estaba siendo tocada según la música, estaba fuera de armonía con el resto de la orquesta. Tal era la sensibilidad del oído de aquel brillante director.
Cuánto más sensible es el oído de nuestro Padre Celestial, quien no sólo escucha nuestras palabras, sino que también conoce los motivos de nuestros corazones.
Jesús dijo que si dos o más se ponen de acuerdo o en perfecta armonía de espíritu y mente, deseo, motivo y propósito, el Padre respondería a sus súplicas espontáneamente.
Pero, ¿cómo puede suceder eso? El versículo 20 nos dice: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".
Esto es lo que alguien ha llamado la mente magistral de Cristo.
Cuando las mentes de dos o tres o más creyentes están en perfecta armonía entre sí, y de acuerdo con la mente de Cristo en sus medios, la respuesta a su petición es inevitable.
He aquí el secreto de la autoridad y de la oración exitosa y del logro espiritual, los cuales deben ser descubiertos y ejercitados en cada iglesia local. He aquí la llave que se pone en las manos de los líderes y miembros de cada congregación o asamblea local.

LA AUTORIDAD DEL MINISTERIO




                                             La Llave De La Autoridad Del Ministerio
 
Hemos considerado tres importantes llaves de autoridad, denominadas:
• la autoridad de Cristo,
• la autoridad del creyente, y
• la autoridad de la Palabra de Dios.
Éstas, representan nuestra autoridad para entrar a la provisión abundante de Dios para todos los creyentes, y nuestra autoridad sobre Satanás y sus obras de las tinieblas. Podemos liberar a los cautivos de las obras del diablo.
Todos los creyentes en Cristo, tienen el privilegio de usar estas llaves de autoridad. Sin embargo, hay ciertos obreros o líderes a quienes el Señor llama y equipa para un ministerio específico, tanto para la Iglesia como para los perdidos.
Un llamamiento a un don ministerial es más que ser un testigo personal. Es el ministerio de Cristo en y a través de ciertos vasos escogidos. Jesús, a través de tales líderes, continúa edificando Su Iglesia y preparando un pueblo para el día en que vuelva por segunda vez.
Cada persona llamada de Dios a un don ministerial, tendrá que reconocer tarde o temprano lo siguiente: "Tengo que estar equipado con poder sobrenatural del cielo para cumplir mi comisión y el propósito de Dios en mi ministerio".
En la confrontación de tal reto, el líder de la Iglesia tiene dos alternativas: endurecer su corazón y cerrar sus oídos ante el lamento de los oprimidos, o buscar la habilidad o capacitación sobrenatural de Dios que necesita a fin de reproducir el ministerio de Cristo y salir a liberar a los cautivos de las prisiones del enemigo.
Tal reto vino a mi vida en 1955.
Había estado viviendo algunos resultados animadores en el ministerio. Muchos testificaban de la realidad del poder sanador de Dios en sus vidas. Otros, fueron liberados de demonios que habían afligido sus cuerpos y atormentado sus mentes.
Con todo, a todas partes que íbamos, nos confrontábamos con almas cuyos problemas al parecer no tenían solución. Era evidente que carecíamos del poder necesario para su liberación.
En aquellos días, en nuestra pequeña casa de alquiler teníamos personas hospedándose con nosotros y ministrándoles a sus necesidades. Como consecuencia, no pude escapar del reto. Lo afronté día por día. Me encontraba con él durante el tiempo de comer: cuando las personas cuyas vidas estaban atadas se sentaban conmigo en la misma mesa.
Fue para este tiempo, en 1955, que el Señor proveyó maravillosamente para la compra de una casa más cómoda; teníamos más espacio en el cual conducir esta obra y extender nuestro ministerio.
Sin embargo, a pesar de las bendiciones de Dios y Su provisión milagrosa para la obra, continué viviendo cada día bajo la presión de las necesidades de hombres y mujeres. Estaba continuamente consciente de la ineficiencia de mi ministerio.
Recordando ese tiempo, es evidente que por más de un año pasé el mismo tiempo (a la hora de la comida) en mi cuarto de estudio buscando al Señor, que el que pasé en mi cama.
No era cuestión de contar las comidas que dejé de comer o las noches que pasé en oración, sino la interrogativa de cómo vivir con la carga. Era una carga que no buscaba, ni deseaba llevar; no obstante, era evidente que el Espíritu de Dios la había puesto sobre mis hombros.
Era obvio para mí que uno no podía vivir en ese estado de presión indefinidamente. Mucho trabajo necesario tenía que ser descuidado completamente. Las demandas puestas sobre mí por una obra divina que crecía rápidamente, tenían que ser ignoradas deliberadamente.
Era evidente que ésta era otra crisis en mi ministerio. Dando una mirada retrospectiva a mi ministerio a través de los años, veo claramente que el Señor me estaba preparando para recibir otra llave de autoridad. Ésta no era únicamente para mí mismo, sino también para compartirla con otros en la obra del Señor.
Las verdades eternas de la Palabra de Dios que fueron reveladas e impresas profundamente en mi espíritu durante aquellas horas y días empleados a solas con Dios, han venido a ser parte de mi ministerio desde entonces.
El espacio no me permite hacer una exposición detallada de todas estas joyas de la verdad. Tampoco es posible contar de las pruebas y tentaciones que tuve que pasar. No les puedo relatar acerca de los votos precipitados que le hice a Dios con la esperanza de que honrara el ministerio que me había dado. Le supliqué a Dios que hiciera de éste una fuerza efectiva para Su gloria.
A. AUTORIDAD DIVINA DE LOS DONES MINISTERIALES
Siento mucho que el espacio no me permita contarles respecto al conflicto real que tuve con los poderes de las tinieblas y de las gloriosas victorias. Las ganamos por medio de la fe en la Palabra de Dios y por la unción del Espíritu Santo. No obstante, tengo una cosa que debo compartir y es la siguiente: la autoridad divina del ministerio.
No me estoy refiriendo a un ministerio profesional, ni tampoco a un ministerio auto nombrado o a una mera destreza en la oratoria o predicación. Estoy hablando de la autoridad del ministerio que es nombrado por Cristo en Su Iglesia hoy.
Este concepto de la autoridad divina de cada ministro llamado por Dios, fue grabado intensamente sobre mí durante esas horas y días que pasé a solas con el Señor.
Lo que sigue a continuación, es un poco de esta revelación de la autoridad con la que Dios ha revestido a los dones del ministerio. Estos, han sido impartidos a los verdaderos siervos de Dios en la Iglesia de Jesucristo.
No es una autoridad que ejerza autoridad sobre las vidas de las personas, ni autoridad de oficio en una organización, sino más bien la autoridad de Cristo sobre el diablo y todas sus obras. Ésta es la autoridad requerida para hacer las obras de Jesucristo, para edificar la Iglesia, para perfeccionar a los santos y prepararlos para el día en que serán presentados al Señor.
Es una autoridad que hace que el ministerio sea efectivo y productivo. Es una autoridad que hace fructífero a cada ministerio en su propia esfera.
1. Los Dones Ministeriales Otorgados Por Cristo
Estos ministerios otorgados por Cristo, aparecen enlistados (enumerados) en Efesios 4:11, y son los siguientes: "Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros".

Aquí tenemos una lista completa de los dones ministeriales que Cristo otorgó sobre ciertos obreros en su Iglesia. Hay muchos otros dones que pueden ser recibidos por los líderes. Algunos de éstos son para equiparlos.
No obstante, esta lista abarca los principales tipos de ministerios que se ramifican de Cristo Mismo para el beneficio de Su Iglesia.
Considerémoslos en mayor detalle:
a. Apóstoles. El término significa "un mensajero especial", un pionero, uno que es llamado de Dios para restaurar algunas nuevas facetas de la verdad, para inspirar nueva visión, para establecer y supervisar las iglesias cristianas locales.
b. Profetas. Este ministerio comunica la mente de Dios a la Iglesia a fin de suplir las necesidades de ocasiones específicas, ejercitando los dones de la palabra de ciencia y la palabra de conocimiento, y exhortando a la Iglesia con articulaciones inspiradas.
c. Evangelistas. Aquéllos que reciben este don ministerial, son llamados a proclamar el evangelio de Cristo para llevar a las almas perdidas al conocimiento del Salvador y, por lo regular, su mensaje es confirmado con señales sobrenaturales.
d. Pastores Y Maestros. Estos dones ministeriales están tan íntimamente vinculados que algunos los consideran como un sólo don. Aunque sea un sólo don o dos dones vinculados en uno, tales ministerios son efectivos en apacentar e instruir a las ovejas en las iglesias locales.
Aunque estos dones se complementan mutuamente, ambos son diferentes en su propia naturaleza y cada uno es otorgado divinamente por el Cristo viviente a través del poder del Espíritu Santo.
Estos dones ministeriales representan el pleno ministerio del Mismo Cristo, a fin de que sus obras puedan ser continuadas y Su victoria, comprada a precio de sangre, pueda ser ejecutada sobre Satanás y todo su poder del mal.
2. Los Dones Ministeriales Fueron Ganados Por Cristo
Estos dones ministeriales, fueron ganados para nosotros en el Calvario por Cristo. Esto es lo que leemos en Efesios 4:8-10: "Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres.
Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo".
Fue por su muerte y sepultura, por Su invasión del dominio de Satanás y por Su resurrección de los muertos trayendo con Él las llaves de la muerte y del infierno, que Cristo ganó la victoria.
Ahora, Él comparte esa victoria con los hombres por medio de los dones ministeriales. Él distribuye esos dones entre los obreros a quienes ha llamado a Su servicio.
El versículo 8 es una cita del Salmo 68:18. Al examinar este versículo, nos proveerá de un mejor entendimiento de la verdad que se nos presenta.
Es un cuadro de un rey guerrero que, después de haber ganado la batalla, regresa en una procesión victoriosa al monte de Sión.
Viene arrastrando con su comitiva un ejército de cautivos, algunos atados con cadenas, otros atados a las ruedas de los carros, todos mostrando evidencia del temor y condición miserable de su derrota. Una vez sentado sobre su trono de juez y conquistador, el rey guerrero llama hacia él a todos los que compartieron los sufrimientos de la batalla, con quienes comparte los despojos arrebatados al enemigo en la conquista.
Todo esto es aplicado a nuestro Rey Guerrero, Jesucristo. Quien penetró al interior del territorio enemigo del pecado, la enfermedad, la maldición de la muerte; Quien derramó Su sangre en sacrificio por el pecado, pero que resucitó al tercer día diciendo:
"Yo soy… el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y el Hades" (Ap 1:17, 18).
Los ángeles del Cielo, absortos por los misterios de su obra redentora, se congregaron en millares para darle la bienvenida al Guerrero Victorioso de regreso al Trono Celestial.
Satanás, sus huestes de demonios y todas sus obras destructoras, están atadas por las cuerdas de la autoridad que Cristo compró a precio de sangre, y derrotados por Aquél Que logró la victoria a tan gran precio.
¿Pero, con quién comparte Él los frutos de tal victoria? No con los ángeles, pues ellos no tuvieron parte en tal batalla. Lo conquistado es compartido solamente con los que han confesado públicamente que Jesús es Su Señor (Ro 10:9, 10). Él comparte lo conquistado con aquellos que pelearon la batalla con Él.
¡Pero, nosotros no estuvimos allá! No tuvimos parte en Sus sufrimientos ni en Su victoria, excepto por la gracia de Dios, que nos colocó en su Hijo. ¡Ésta es la maravilla de la gracia divina!
Todo lo que Cristo hizo, no fue para Sí Mismo, sino para nosotros.
Él murió en nuestro lugar. Él fue sepultado en nuestro nombre y de igual manera resucitó.
La victoria que Él ganó, fue en nuestro beneficio. Él fue el representante de Dios en la tierra para ser nuestro sustituto a fin de derrotar a nuestro enemigo y ganar la victoria.
Por esa razón Él nos llama para que compartamos lo conquistado, para que nos sentemos con Él en la silla del Conquistador, para ser participantes de Su autoridad sobre el enemigo y todo su poder del mal.
3. Los Dones Ministeriales Contienen La Autoridad De Cristo
Algunos han asumido que las palabras "...cautivaste la cautividad..." (Sal 68:18), significa que Cristo llevó las almas cautivas del Infierno (Hades) al Cielo cuando resucitó.
A pesar de si eso ocurrió en realidad o no, es difícil entenderlo de ese versículo. La traducción del Nuevo Testamento Ampliado de este versículo dice: "Por lo tanto, se dice que cuando él ascendió a las alturas, llevó la cautividad cautiva - llevó una comitiva de enemigos conquistados - y diste dones a los hombres".
El N.T.A., tiene esa nota al calce citada por el comentarista Mateo Henry: "Él conquistó a los que nos habían conquistado; tales como el pecado, el diablo y la muerte".
Esto es congruente con la alegoría que se nos presenta en el Salmo 68 de donde este versículo es citado. Por consiguiente, aquéllos a quienes los dones son otorgados, comparten la victoria de Cristo. Ellos, poseen Su autoridad delegada sobre todos los enemigos de la humanidad: el diablo, los demonios y todas sus obras perversas.
Es una autoridad para librar a los hombres del pecado y de las enfermedades. Jesús confiere a los líderes de la Iglesia esta autoridad para libertar a los cautivos en las prisiones de los poderes demoniacos, en las cuales están detenidos ilegalmente.
Es una llave para abrir las puertas de las prisiones y anunciar libertad a los que han sido esclavizados por el enemigo.
Es un gran privilegio poder anunciar las buenas nuevas de liberación por toda la tierra.
El diablo aborrece y teme a un ministerio de autoridad.
Hoy es el tiempo en que todo poseedor de un don ministerial de Cristo, cada apóstol, profeta, evangelista, pastor o maestro, reconozca la autoridad de su ministerio y vaya adelante como un embajador de nuestro Rey y Guerrero conquistador.
B. PROPÓSITO DE LOS DONES MINISTERIALES
Esta autoridad no sólo es disfrutada por los que poseen los dones ministeriales, sino que hasta cierto punto, ésta es también compartida por todos los santos de Dios.
Efesios 4:12 nos dice que los dones ministeriales de Cristo son para "…perfeccionar a los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo".
Las traducciones modernas han presentado un entendimiento más claro de este versículo. El versículo ha sido modificado para que se lea como sigue: "Para la perfección de los santos, para la obra del ministerio...".
1. Reproducción Del Ministerio
Viene a ser claro que los dones del ministerio no son dados con el propósito de monopolizar el ministerio, sino más bien para la reproducción del ministerio.
Son para entrenar y equipar los miembros para ministrar al Señor, entre unos y otros, y al mundo.
Los oficiales militares son escogidos y entrenados para que más tarde ellos puedan entrenar a otros soldados del ejército. De esa misma manera, Dios ha seleccionado ciertas personas y les ha impartido fragmentos del ministerio sobrenatural de Cristo, a fin de que tales hombres puedan preparar y equipar a los santos de Dios para efectuar la obra del ministerio.
Por consiguiente, la autoridad de Cristo es canalizada a través de los dones ministeriales al Cuerpo de Cristo en su aspecto total.
Hombres y mujeres de Dios, levantémonos con fe. Apoderémonos de este concepto de la autoridad de nuestro ministerio. Apoderémonos de la llave que nos ha sido ofrecida por el Mismo Cristo. Vayamos adelante ejecutando Su "victoria comprada con sangre" y llevemos liberación a los cautivos en las prisiones de Satanás.
¡Qué llave más maravillosa es la de la autoridad ofrecida a la Iglesia a través de los dones ministeriales en Cristo! Nuestra oración al cielo debe ser que Dios levante un ministerio poderoso en autoridad, que a su vez, pueda producir una Iglesia victoriosa.

LA AUTORIDAD DE LA PALABRA




                                    La Llave De La Autoridad De La Palabra De Dios
 
¿Cómo podemos hacer que la Palabra de Dios se cumpla? ¿Cómo podemos hacer que OBRE? Éste era el problema que me estaba presionando el corazón y mente durante los meses del invierno de 1953.
Como mencioné en mis capítulos anteriores, habíamos experimentado temporadas de grandes bendiciones en nuestro ministerio. Sin embargo, estaba por afrontar otra crisis, otro período de insatisfacción en el cual me sentía completamente inadecuado y frustrado.
Leía una y otra vez las promesas y declaraciones asombrosas en la Palabra de Dios concernientes a nosotros los creyentes: nuestra posición en Cristo, nuestra victoria, nuestro poder, nuestra libertad de la naturaleza carnal, las promesas de sanidad y liberación, y respecto a la suministración de todas nuestras necesidades materiales.
Pero, ¿estaban éstas aplicándose en mi vida?
En breve, el Nuevo Testamento presentaba una vida de gloriosa realidad en Cristo. Fui confrontado personalmente por la falta de poder sobrenatural en muchas facetas de mi propia vida y ministerio.
Como pastor, estaba consciente de mi falta de habilidad para suplir las necesidades retadoras en las vidas de muchas personas en mi congregación.
Si las verdades poderosas de la Palabra de Dios pudieran ser puestas en operación, todo esto cambiaría.
A. LA PALABRA OBRA POR LA FE
Durante semanas, este debate o conflicto continuó en mi corazón y mente. Me detenía, tomaba mi Nuevo Testamento y leía y volvía a leer. Luego, elevaba mi corazón al Señor y le preguntaba: "¿Por qué no trabaja?"
Despertaba durante la noche, tomaba mi Biblia y volvía a leer sobre las tremendas promesas y declaraciones que hay para todos los creyentes y la Iglesia cristiana en general. Luego, levantaba la Biblia hacia el Cielo y le preguntaba al Señor por qué Su Palabra no estaban teniendo resultados en mi vida y en las vidas de los miembros de mi congregación.
Entonces, una noche después de levantarme de la cama y caminar por el cuarto con mi Biblia abierta sobre el escritorio, estaba formulando la misma pregunta, "¿Por qué? ¿Por qué?, ¿POR QUÉ?".
De repente, algo cambió dentro de mí. Un río de fe y seguridad pareció brotar desde mi más recóndito ser. El velo que cubría mi entendimiento, fue quitado en un instante. De mis labios no salió la antigua pregunta de incredulidad, sino expresiones de fe y convicción:
"¡La Palabra obra! ¡Ésta obra por fe, y TENGO fe! ¡Lo que la Palabra dice acerca de Dios es VERDAD! ¡Lo que dice acerca de MÍ es verdad!
¡Lo que la Palabra dice que soy en Cristo, eso mismo SOY! ¡Lo que la Palabra dice que puedo HACER a través de Cristo, ESO PUEDO HACER!"
Y de esa manera y en expresiones similares, expresé mis más profundas convicciones del corazón. Creía, y estaba CONSCIENTE de que creía. Dios me había otorgado el Don de Fe (de creer) (1 Co 12:9).
¡Qué gran diferencia era predicar ahora! Quería abrir mi Biblia y dar aclamaciones desde los techos de las casas. Podía declarar a las almas con seguridad:
"Lo que Dios dice acerca de ustedes es cierto: han nacido de Dios, son criaturas nuevas en Cristo, reside en ustedes y pueden hacer las cosas a través de Él.
"Puede que sus sentimientos les dicten que están derrotados, frustrados, luchando contra circunstancias invencibles. Pero la "PALABRA dice que ustedes son más que vencedores, conquistadores sobre el diablo, amos de todas las circunstancias, y están en el umbral de posibilidades ilimitadas en Cristo a través de la fe en la PALABRA".
En lugar de mirar a la vieja naturaleza adámica con sus futilidades y frustraciones desalentadoras, y preguntarme "¿POR QUÉ la Palabra no obra?", ahora tengo un cuadro de mí mismo en mi mente como una nueva criatura en Cristo. Apoderándome de las declaraciones inmensurables y poderosas de Dios concerniente a mi posición en Cristo, clamo con intrepidez: "¡AMÉN! ¡Tu Palabra es VERDAD! ¡Aleluya!"
Y cuán verdad es que "La fe viene por el oír la palabra de Dios" (Ro 10:17), pues la Palabra de Dios obró poderosos resultados en las vidas de los que la escuchaban.
B. HECHOS FUNDAMENTALES
Permítame ahora exponer algunos de los hechos fundamentales concernientes a la Palabra de Dios y cómo operan para todos los que escojan creerla.
1. La Palabra Tiene Autoridad Divina
En Génesis 1, Dios habló las siguientes palabras con autoridad:
"Sea…", "Y fue así". Esta tierra que nos rodea, es el producto de la autoridad de la Palabra. La Teoría de la Evolución reta más a la autoridad de la Palabra de Dios que a Su poder.
Dios hizo al hombre y lo puso inmediatamente bajo la autoridad de Su Palabra: "Y mandó Jehová Dios al hombre…" (Gn 2:16).
En la era por venir, Cristo reinará con la autoridad de la Palabra: "De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones" (Ap 19:15), "y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios, matará al impío" (Is 11:4).
Entre Edén y el Milenio (el reinado de mil años de Cristo sobre la tierra), ha existido un conflicto fiero sobre la autoridad de la Palabra de Dios. Satanás le preguntó a Eva: "¿Conque Dios os ha dicho?" (Gn 3:1). En la actualidad, en esa hora de las más densas tinieblas espirituales sobre la tierra, la pregunta está bien establecida en las mentes de las masas. Es un reto satánico sutil a la autoridad de la Palabra de Dios.
No obstante, la autoridad de la Palabra de Dios es respaldada por Su Mismo Ser, por Su Mismo Carácter, por Su Trono Eterno. Ésta, permanece inmóvil y firme ante los asaltos de los demonios y de los hombres. Aunque los cielos y la tierra pasarán, la Palabra de Dios prevalecerá a través de las épocas que vengan (Lc 21:33). ¡Aleluya!
2. La Palabra Tiene Poder Divino
Los átomos no sólo se unen ante el mandato autoritativo de Dios, sino que además permanecen unidos por el poder de esa Palabra: "…y todas las cosas en él subsisten… [se mantienen unidas]" (Col 1:17).
Los científicos moleculares han confirmado que las partículas atómicas más pequeñas conocidas, no tienen elemento negativo-positivo.
Esto es lo que se necesita para mantener las cosas unidas. Desde un punto de vista científico, toda la creación debería estar separada volando por los aires. La Biblia dice que Jesús es quien la mantiene unida.
Detrás de toda creación existe la mente, pensamiento, palabra, poder y vida de Dios.
Note las palabras del ángel a María (Lc 1:37): "Porque nada hay imposible para Dios". La traducción literal es: "Ninguna Palabra de Dios estará exenta de poder".
No es de sorprenderse por qué María respondió: "Hágase conmigo conforme a tu PALABRA". El ángel había declarado una promesa que requería cumplimiento sobrenatural, pero la "Palabra de Dios" tiene en sí misma el poder sobrenatural para materializar (en otras palabras, traer a la existencia) aquello que ha sido hablado.
3. Jesús Habló La Palabra De Autoridad Y Poder
Cuando Jesús echó fuera el espíritu inmundo del hombre en la sinagoga, la gente se quedó perpleja y exclamó: "¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?" (Lc 4:36).
Las palabras de Jesús no sólo contenían la autoridad de Dios, sino el poder, la vida, energía y habilidad de Dios. Vemos la autoridad divina de Sus palabras cuando Él maldijo el árbol de la higuera, y al otro día ya estaba seco. Luego, lo vemos ordenando al viento y olas del mar que se callasen y hubiese calma, y le obedecieron y hubo gran bonanza.
Después, vemos el poder de Sus palabras cuando tomó los cinco panes y dos peces, suficiente únicamente como almuerzo para un muchacho, y le dijo a Sus discípulos: "Dadles vosotros de comer" (Lc 9:13).
Actuando sobre tales palabras que eran tan poderosas e impregnadas de energía creativa, el pan y los peces fueron multiplicados, y los discípulos encontraron suficiente alimento para dar de comer a cinco mil hombres. Después que terminaron, recogieron doce cestas llenas de pedazos de sobras.
Jesús habló con autoridad y con poder. Mientras contemplaba al hombre paralítico, dijo:
"¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda [poder]?" (Mr 2:9).
Sí, Jesús personificó la Palabra divina de autoridad y poder.
4. Los Creyentes Recibieron La Palabra De Autoridad Y Poder
Jesús habló las palabras de Dios: "Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras" (Jn 14:10).
Además, Jesús nos dio esas palabras de autoridad del Padre a nosotros:
"Porque las palabras que me diste, les he dado" (Jn 17:8).
¿Qué palabras hablamos nosotros?
Jesús dijo: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios" (Lc 4:4).
Salomón dijo: "Del fruto de la boca del hombre se saciará su vientre; se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en el poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos" (Pr 18:20, 21).
Jesús volvió a declarar: "Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mt 12:37).
Jesús vivió y ministró por el poder y autoridad de las palabras que el Padre le dio. No es de maravillarse entonces de que las gentes se asombraran y dijeran: "¿Qué palabra es ésta?". Y llenos de perplejidad, los alguaciles que los príncipes y fariseos mandaron a que trajeran a Jesús, regresaron diciendo: "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (Jn 7:46).
Mi amigo, estas palabras de Dios también nos han sido dadas a nosotros. Nosotros también podemos hablarlas. También podemos vivir por su autoridad y poder.
A medida que esas palabras residen en nuestros corazones y son habladas por nuestros labios, vienen a ser pan y frutos para nosotros. Debemos ser llenos con su poder. Tenemos que ser transformados por ellas. Ellas nos justificarán, sanarán, revestirán y nos darán la victoria.
5. Cuando Aceptamos La Autoridad De La Palabra De Dios, Comprobamos Su Poder
¿Por qué no trabaja la Palabra de Dios?
Por supuesto que la pregunta ahora debería ser: "¿Cómo trabaja la Palabra?" "¿Por qué" parece totalmente inaplicable?" Casi emerge como un eco del Edén: "¿Conque Dios os ha dicho?".
Esa noche, mientras daba pasos por el piso con la Biblia abierta, al parecer Dios me estaba diciendo: "En el momento en que tú aceptas la autoridad de Mi Palabra sin reserva alguna, experimentarás su poder."
Mentalmente, acepté la autoridad de la Palabra, pero mi corazón había luchado y vacilado ante su reto.
¡Pero ahora sabía que en el momento en que nuestros corazones aceptan sin reservas la autoridad de la Palabra, ésta trabajará! No se materializará de inmediato (cumplirá), pero inmediatamente vendrá a ser un factor creativo y productivo en nuestras vidas.
El Dios que dijo con autoridad y poder: "Sea la luz, y fue la luz...", también dijo: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es" (2 Co 5:17). Yo estoy en Cristo, por lo tanto, soy "una nueva criatura".
"Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Co 5:17), y así sucede.
"Con Cristo estoy juntamente crucificado… mas vive Cristo en mí" (Ga 2:20). Acepto la palabra de Dios para mí, y así sucede.
"Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Ga 5:24). Acepto la autoridad de la Palabra de Dios y experimento su poder.
Sí, amigo mío, el Dios que dijo: "Sea el firmamento… y vino el firmamento a la existencia" (Gn 1:6,7), también ha dicho:
"La oración de fe sanará al enfermo, y el Señor le levantará" (Stg 5:15).
"Sobre los enfermos pondrán las manos y sanarán" (Mr 16:18).
"Yo soy Jehová tu sanador" (Ex 15:26).
Y el Dios que dijo: "Produzca la tierra hierba verde… Y fue así" (Gn 1:11), también declaró:
"Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies" (Ro 16:20).
"Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Ro 8:37).
"Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3 Jn 2).
Y así siguen promesas tras promesas, declaraciones tras declaraciones, certidumbre tras certidumbre, revelación tras revelación.
Inclínese humildemente ante la autoridad de la Palabra. Luego, levántese y salga con su poder. Dios declara que su "viejo hombre", la vieja naturaleza de pecado con todas sus opresiones, limitaciones, decepciones y frustraciones, "está muerta, crucificada con Cristo". ¡Créalo! ¡Así es!
Dios declara que usted ha sido resucitado a la nueva vida en Cristo, perfecta en Cristo, y que es habitado en Cristo. ¡Créalo! ¡Es un hecho!
Dios declara que usted puede hacer todas las cosas por el poder de Cristo quien le fortalece. ¡Créalo! Es una realidad.
Mil pensamientos pueden emerger en rebelión contra la autoridad de Su Palabra... pero Dios ha dicho... escrito está.
Esta es la llave hacia la victoria, la sanidad, la liberación y hacia la suministración de todas sus necesidades.

LA LLAVE DE LA AUTORIDAD






                                             La Llave De La Autoridad Del Creyente
 
Durante seis días en el invierno de 1951, dos líderes y yo estuvimos buscando al Señor en oración y ayuno. Habíamos sido invitados a usar una casa parcialmente edificada cerca de una playa como a 20 millas de Adelaida.
Todos sentíamos la necesidad de retirarnos de nuestras actividades pastorales para estar a solas con Dios. Queríamos buscar Su rostro para que enviara una unción fresca del Espíritu Santo sobre nuestros ministerios. Día tras día, nos ministramos unos a otros a través de la Palabra, estudiamos juntos, oramos juntos y, a veces, corríamos por las colinas arenosas. También disfrutamos de tiempos de comunión personal con el Señor.
Estábamos conscientes de las bendiciones de Dios en nuestros corazones. Edificábamos nuestras vidas espirituales.
Pero la última noche había llegado. Íbamos a salir temprano en la mañana. Sentí que no había recibido todo lo que estaba buscando.
Nos retiramos a dormir. Pronto descubrí que en lugar de dormir, mi mente no se apartaba de ciertas verdades de la Palabra de Dios. Hora tras hora, todo el libro de Efesios venía a mi memoria. Los grandes principios bíblicos de ese emocionante libro estaban poderosamente impresos sobre mí.
Conocía Efesios muy bien y me encantaba predicar su contenido, pero esta vez las antiguas verdades venían a mi mente con un nuevo significado. Saltaban nuevas verdades en mi corazón y mente bajo la inspiración del Espíritu Santo.
La siguiente mañana, mis amigos, quienes habían dormido en otro cuarto, me preguntaron qué me había pasado durante la noche. Aparentemente, mis frecuentes oraciones y alabanzas, los habían perturbado.
El siguiente domingo cuando nos encontramos en nuestros servicios, les dije a las personas: "Muchos de ustedes saben que nosotros habíamos estado retirados buscando al Señor la semana pasada. Esperan que abra mi valija y produzca un avivamiento. Eso mismo es lo que intento hacer".
Saqué una valija, la abrí, tomé mi Biblia y declaré: "Todo está aquí. Aquí está el secreto del avivamiento, victoria y poder con Dios. Todo lo que necesitamos hacer es recibirlos, creerlos y ponerlos en acción. Necesitamos conocer quiénes somos, qué dice Dios acerca de nosotros y cuál es nuestra autoridad en Jesucristo".
Examinemos brevemente algunas de estas preciosas verdades que el Señor hacía arder dentro de mi alma esa noche. Estas verdades, han caracterizado mi ministerio de manera prominente desde entonces, demostrando ser otra llave hacia el avivamiento y la victoria cristiana.
A. NUESTRA POSICIÓN Y CONDICIÓN EN CRISTO
La epístola de Pablo a los Efesios cae naturalmente dentro de dos secciones: los primeros tres capítulos son una presentación positiva de la posición del creyente en Cristo. Esta sección concluye con esta promesa de bendición inspiradora...
"Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén" (Ef 3:20, 21).
Los segundos tres capítulos, tratan con las consideraciones prácticas en la vida del creyente.
Diríamos que la primera sección establece nuestra posición legal ante Dios; la segunda, el estado actual (condición) de nuestra vida cristiana.
La primera, trata con nuestra riqueza; la segunda, con nuestra vocación o caminar. La primera, nos muestra nuestros derechos; la segunda, nuestras responsabilidades. La primera, es doctrinal; la segunda, práctica.
1. Existe Un Orden Divino
Es importante que observemos el orden divino: primero, nuestra posición; después, nuestro estado o condición.
Hay demasiados cristianos que están tratando de perfeccionar su estado a fin de ganar la posición correcta delante de Dios.
Esto, es contrario al método de Dios.
Primero, Él nos da la posición correcta y nos pide que la creamos; luego, nos da poder para vivir en conformidad a la misma. Nuestra posición, nuestra riqueza, nuestros derechos y privilegios en Cristo son adquiridos únicamente por la gracia de Dios. Ellos, representan el favor de Dios sobre todos los creyentes.
2. Tenemos Que Aceptar Nuestra Posición
Si queremos cuidar de nuestra condición, nuestra vocación y nuestras responsabilidades en nuestra vida diaria, primero que nada tenemos que aceptar lo que hemos llegado a ser cuando fuimos ubicados en Jesucristo.
Es vital que creamos de corazón esta revelación divina como ha sido expuesta en los primeros tres capítulos de Efesios. Esto, nos dará el poder para "que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados" (Ef 4:1), como se nos requiere en los segundos tres capítulos.
Amigos, esta es la manera en que Dios siempre nos anima y ayuda. Primero, Él nos muestra lo que somos en Cristo. Él nos confiere las declaraciones certeras de Su gracia (poder capacitador). Luego, nos dice: "si solamente crees, entonces, lo que he declarado podrá llegar a ser una realidad práctica en tu vida". Así es que la fe obra. Creemos antes de ver.
La santificación o santidad de vida por cualquier otro medio, viene a ser una ley natural de las obras. Aun las buenas obras de la carne, son carnales. Las únicas obras que son agradables a Dios, son las que emergen como un fruto de Su gracia (capacitación divina) operando a través de nuestra fe en Su Palabra.
Veamos cómo esta verdad resplandece a través de Efesios.
B. LA BUENA PALABRA DE DIOS
En Efesios 1:3 tenemos un versículo que es el favorito de muchas personas:
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo".
Hay una profunda verdad oculta en este versículo. Las palabras "bendito" y "bendijo", vienen de la misma palabra griega de la que obtenemos nuestra palabra "elogio".
Esa misma palabra griega aparece en Romanos 15:29, donde Pablo dice:
"…llegará con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo", o literalmente, "la plenitud de la buena articulación del evangelio de Cristo".
En Romanos 16:18 se usa la misma palabra, pero esta vez en insinceridad.
Pablo habla de aquellos que "...con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos".
No obstante, las suaves palabras de Dios concernientes a nosotros, son genuinas y sinceras. Lea Efesios 1:3 ahora con una mejor traducción de su significado...
"Bendecido sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien ha hablado bien o con suaves palabras concerniente a nosotros con toda buena articulación en los lugares celestiales en Cristo Jesús".
Sí amigos, ¡esta es una verdad asombrosa! Dios nos elogia (articula o habla buenas palabras de nosotros) a medida que nos contempla en Cristo. Él habla grandes cosas de nosotros. Se expresa muy bien de nosotros.
1. Dios Habla Bien De Nosotros
Dios no habla bien de nosotros cuando estamos en nuestro estado no regenerado o adámico. Sin embargo, siendo que hemos aceptado a Cristo, Él nos ve en Su Hijo y nos tiene en muy alta estima.
a. La Naturaleza Adámica Tiene Que Morir. Él declara que nuestra naturaleza adámica tiene que morir con la vieja criatura cuando es crucificada con Cristo (Ro 6:6-11).
b. Somos Nuevas Criaturas En Cristo. Declara que somos nuevas criaturas en Cristo, que las cosas viejas pasaron y que todas son hechas nuevas (2 Co 5:17).
c. Resucitamos Con Cristo. Él declara que nosotros resucitamos con Cristo y reinamos con Él en los lugares celestiales (Ef 2:6).
d. Perfectos En Cristo. Todo lo que Cristo hizo no fue para Sí Mismo, sino por nosotros. Dios nos ve perfectos (completos, cabales, sin mancha) en Cristo.
2. Dios Nos Anima Y Ayuda
El Método de Dios para animarnos y ayudarnos, siempre ha sido el mismo. Él nos da Su Palabra y nos llama para que la creamos y la pongamos en práctica.
a. No Se Deje Engañar Por El Diablo. El diablo tomó este método prestado. Lo vemos usando esta técnica en Génesis 3. Cuando le dijo la mentira a Eva, la incitó para que la creyera y actuara de acuerdo a ella.
Si Eva hubiera creído la Palabra de Dios y actuado de acuerdo a ella, no habría caído en el pecado ni arrastrado a toda la raza humana hacia la ruina con ella.
b. Siga El Camino De Dios. Dios todavía se acerca al hombre de esta manera:
1) Él nos da Su buena Palabra, y
2) Nos pide que la creamos con todo el corazón, y
3) Actuemos en conformidad a la misma.
c. La Palabra De Dios Tiene Poder. De hecho, si creemos la Palabra de Dios sinceramente, Él nos otorgará poder para actuar de acuerdo a ella. En Su Palabra hay vida y tiene poder para materializar las cosas (para que vengan a ser lo que uno ha dicho que sean).
Una semilla que es plantada en la tierra, retoñará con la vida y forma que Dios diseñó. La semilla de la Palabra de Dios recibida en nuestros corazones, también producirá vida y forma en nosotros.
Es por eso que Dios nos elogia a medida que nos ve en Cristo. Él sabe que si recibimos y creemos Su Palabra, ésta se materializará (será vista en formas visibles) en nuestras vidas. Esta es la fórmula divina para la victoria cristiana.
C. NUESTRA UNIÓN CON CRISTO
Apartados de Cristo estamos muertos en nuestros delitos y pecados. Sin embargo, Dios nos llama a que nos veamos a nosotros mismos como si estuviéramos en Su Hijo.
Luego, nos pide que creamos que estamos crucificados con Él, sepultados con Él y resucitados con Él. Esta unión del creyente con Cristo, es vista en dos aspectos: nuestra posición legal (como un pariente Suyo), y nuestra morada vital.
1. Nuestra Posición Legal
Esta es nuestra posición legal delante de Dios. En el momento en que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador y Señor, somos justificados. Se nos otorga una posición judicial, una posición legal delante de un Dios santo.
En Efesios 1:15-23, Pablo ora para que nosotros seamos iluminados espiritualmente en cuanto a nuestra posición legal en Jesús:
"Oro para que vosotros comencéis a entender cuán increíblemente grande es su poder para ayudar a los que creen en él.
Sucede que ese mismo poder majestuoso que levantó a Cristo de los muertos, le sentó en el lugar de honor a la diestra de Dios en el cielo, por sobre todo rey, o gobernador o dictador o líder.
Sí, su honor es mucho más glorioso que el de cualquier otro, ya sea en este mundo o en el mundo por venir (traducción literal)".
Luego en el Capítulo 2, Pablo declara que Dios "nos da vida" [nos levantó de los muertos] "juntamente con Cristo, y nos llevó al cielo para sentarnos en lugares celestiales con Cristo Jesús" (vs 4-6, traducción literal).
En la mente y propósito de Dios, cuando Cristo murió, nosotros también morimos en Él; cuando Él resucitó, nosotros también resucitamos con Él; y cuando Él ascendió a la diestra del Padre, nosotros también ascendimos y nos sentamos con Él en el trono a la diestra de Dios el Padre.
Estas son algunas de las "articulaciones buenas" pronunciadas por Dios a nuestro favor. Ellas representan una declaración divina de nuestra unión y privilegio legal por el hecho de estar con Jesucristo.
Pablo nos exhorta al decir: "…consideraos [dar por sentado] muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Ro 6:11).
La mente natural se rebela contra una revelación sobrenatural como esa. Es únicamente a medida que participamos de la mente de Cristo que podemos captar estas verdades.
Luego, éstas vienen a ser el camino hacia el poder y la victoria personal sobre los problemas, el pecado, la enfermedad y los demonios.
2. Nuestra Morada Vital
Dios nos ha otorgado una posición legal en Cristo (la cual, tenemos que aceptar por fe). Él también ha producido una experiencia vital en nosotros por Su Espíritu.
Al escribir a los Gálatas, Pablo dice: "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!" (Ga 4:6).
Nuestra naturaleza adámica está muerta a Dios. Pero desde nuestro nuevo nacimiento habita en nosotros el Espíritu divino del Hijo. Pablo dice: "Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él" (1 Co 6:17).
Él vuelve a testificar en Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".
Pablo ni vivió su vida diaria, ni condujo su tremendo ministerio dependiendo de su poder o sabiduría personal. Él operó por el concepto, divinamente inspirado, de que Cristo vivió dentro de él por Su Espíritu.
El Apóstol Juan también comprendió esta verdad: "…porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Jn 4:4).
El mismo apóstol escribió en Juan 1:16: "Porque de Su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia".
Esto, significa que nosotros los creyentes tenemos residiendo en nosotros el pleno potencial de la vida de Cristo. Él coloca Su amor, Su gozo, Su paz, Su paciencia, Su bondad, Su tolerancia, Su fe, Su mansedumbre y templanza (o autocontrol) dentro de nosotros (Ga 5:22, 23). Todos éstos, son el fruto de Su Espíritu que mora en nosotros.
Por fe aceptamos la posición legal que Dios nos ha dado (esto es, en nuestra posición legal en Cristo). El Espíritu de Cristo que mora en nosotros responde a nuestra fe y produce la naturaleza de Cristo en nosotros.
De estas dos maneras, [1] nuestra creencia y [2] la capacitación del Espíritu, nuestra unión con Cristo interacciona. Éstas, nos revisten de poder para vivir de tal manera que otros puedan ver a Cristo en nuestras vidas.
En medio del caos y las presiones de este mundo, no olvidemos nunca que tenemos dentro de nosotros un "santuario interno". Cristo debe residir allí. De Él tomamos los recursos que son más adecuados para cada necesidad y cada situación. Romanos 8:37 nos dice: "Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó".
D. NUESTRA AUTORIDAD EN CRISTO
Porque Dios Mismo ha declarado que estamos en Cristo, y todo lo que es dicho concerniente a Cristo es dicho también concerniente a nosotros.
Al elogiar a Cristo, el Padre nos elogia (dice cosas de alta estima) en Cristo.
1. Autoridad Sobre El Poder Del Enemigo
Cristo tiene toda autoridad (Mt 28:18). Por consiguiente, nosotros tenemos autoridad (Lc 10:19):
"He aquí os doy potestad [autoridad] de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza [habilidad para hacer daño] del enemigo, y nada os dañará".
2. Autoridad Sobre Satanás
La cabeza de Satanás fue aplastada (fatalmente herida) y pisoteada bajo la planta del pie de Cristo (Gn 3:15). También es pisoteada bajo la planta de nuestros pies:
"Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies" (Ro 16:20).
Satanás ha sido legalmente puesto debajo de los pies de Cristo, en otras palabras, está sujeto a Su autoridad (Ef 1:22). Y Satanás también ha sido legalmente puesto bajo la planta de nuestros pies.
El salmista declaró: "Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón" (Sal 91:13).
3. Autoridad Como Los Embajadores De Cristo
Como Cristo fue enviado a este mundo, nosotros también lo hemos sido. Jesús dijo al Padre:
"Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo" (Jn 17:18).
Por lo tanto, somos embajadores de Cristo y tenemos Su autoridad para ir, hablar y actuar en Su bienestar (2 Co 5:20).
Él nos ha dado un poder legal, es decir, la autoridad para obrar como representantes de Jesucristo. Con Su autoridad predicamos el evangelio, colocamos nuestras manos sobre los enfermos y echamos fuera demonios.
4. Autoridad En El Reino De Dios
Jesús es el heredero de todas las cosas, y nosotros somos "herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Ro 8:17). Nosotros compartimos los derechos de Su trono aquí y ahora mismo, y reinaremos con Él en Su Reino milenario.
5. Crea En Dios Por La Palabra
Amigos, de seguro que aquí hay una llave que puede transformar su vida. Crea esto. Abrirá para usted la puerta hacia los recursos inagotables del Reino de Dios.
En el Capítulo 1, consideramos que se encuentra la llave de La Autoridad De Cristo.
Aquí tenemos ahora una segunda llave: es la autoridad del creyente en Cristo o, como diríamos, la autoridad de Cristo en el creyente.
Dejemos de justificar los fracasos y convirtamos nuestras excusas en testimonios. Retengamos la llave que nos es ofrecida, creamos en ella, usémosla y comprobémosla.
Desde el tiempo en que estas llaves fueron impresas profundamente sobre mí aquella noche de 1951, jamás he cesado de dar gracias a Dios por esta llave de autoridad. He seguido exhortando a cada creyente a que se atreva a creer en Dios por lo que dice en Su Palabra y a poner en práctica el privilegio de ser un pariente de Cristo.

TIENE USTED VIDA ETERNA





                                                                  Tiene Ud. Vida Eterna?"

Respuesta:
La Biblia presenta un sendero claro hacia la vida eterna. Primero, debemos reconocer que hemos pecado contra Dios. En las Sagradas Escrituras leemos en Romanos capítulo 3 y el versículo 23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Todos hemos hecho cosas que desagradan a Dios, las cuales nos hacen merecedores de castigo. Debido a que a la larga todos nuestros pecados van en contra de un Dios eterno, únicamente bastaría un castigo eterno. Pero, en Romanos capítulo 6 y el versículo 23 leemos, “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro.”

En 1 de Pedro capítulo 2 y el versículo 22, leemos que Jesucristo es el santo Hijo de Dios, sin pecado. En Juan capítulo 1, los versículos 1 y 14, leemos que el eterno Hijo de Dios, se hizo hombre y murió para pagar nuestro castigo. En Romanos 5:8 leemos: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Jesucristo murió en la cruz (Juan 19:31-42). Él llevó la culpa que merecíamos nosotros (2 Corintios 5:21). Tres días más tarde El se levantó de la tumba, demostrando Su victoria sobre el pecado y la muerte. (1 de Corintios 15:1-4) Y en 1 de Pedro capítulo 1 versículo 3, leemos: “Que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.”

En Hechos 3 el versículo 19, leemos que por fe, debemos arrepentirnos y apartarnos de nuestro pecado y volvernos a Cristo para la salvación. Si ponemos nuestra fe en El, confiando en que Su muerte en la cruz fue el pago por nuestros pecados, seremos perdonados y recibiremos la promesa de la vida eterna en el cielo. En Juan 3:16 leemos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” En Romanos 10:9 leemos: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” ¡Solamente la fe en la obra completa de Cristo en la cruz es el único camino verdadero hacia la vida eterna! En Efesios 2:8-9 leemos: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

Si desea aceptar a Jesucristo como su Salvador, usted puede repetir la siguiente oración: “Dios, sé que he pecado contra ti y merezco castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, de manera que, a través de la fe en El, yo pueda ser perdonado. Me arrepiento y me aparto de mi pecado y pongo mi confianza en Ti para mí salvación. ¡Gracias por Tu maravillosa gracia y por Tu perdón – el don de la vida eterna! En nombre de Jesús, ¡Amén!” Recuerde que al hacer esta oración o cualquier otra, no es suficiente para salvarle. Solamente el confiar y tener fe en Cristo puede librarle del pecado y regalarle una vida eterna en el cielo. Esta oración es simplemente una manera de expresarle a Dios su fe en El y agradecerle por proveerle la salvación.

¿Ha hecho usted una decisión por Cristo por lo que ha leído aquí? Si es así, por favor oprima la tecla “¡He aceptado a Cristo hoy!”


 
 

"¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios para mi vida?"






                                 "¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios para mi vida?"

Respuesta:
Hay dos claves para conocer la voluntad de Dios en una situación dada (1) Asegurarse que lo que está pidiendo o considerando hacer, no sea algo que la Biblia lo prohíbe. (2) Asegurarse que lo que está pidiendo o considerando hacer, va a glorificar a Dios, y va a ayudarlo a usted a crecer espiritualmente. Si estas dos cosas son ciertas, y Dios todavía no le ha dado lo que le está pidiendo – entonces es probable que no sea la voluntad de Dios que usted obtenga lo que está pidiendo. O tal vez, usted simplemente necesita esperar un poco más de tiempo para recibirlo. Algunas veces, conocer la voluntad de Dios es difícil. La gente quiere que Dios básicamente les diga qué hacer – dónde trabajar, dónde vivir, con quién casarse, etc. Romanos 12:2 nos dice, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

Dios raramente da a la gente esa información directa y específica. Dios nos permite hacer decisiones referentes a aquellas cosas. La única decisión que Dios no quiere que hagamos es pecar o resistirse a Su voluntad. Dios quiere que tomemos decisiones que estén de acuerdo con Su voluntad. De manera que, ¿cómo saber cuál es la voluntad de Dios para usted? Si usted está caminando cerca del Señor, y deseando de verdad Su voluntad para su vida – Dios va a colocar Sus propios deseos en su corazón. La clave es desear la voluntad de Dios, no la suya propia. “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4) Si la Biblia no habla en contra de sus peticiones, y si éstas genuinamente pueden beneficiarle espiritualmente – entonces la Biblia le da “permiso” para tomar decisiones y seguir a su corazón.

"¿Quién es el Espíritu Santo?"







                                                     "¿Quién es el Espíritu Santo?"

Respuesta:
Hay muchos conceptos erróneos sobre la identidad del Espíritu Santo. Algunos ven al Espíritu Santo como una fuerza mística. Otros entienden al Espíritu Santo, como el poder impersonal que Dios pone a disposición para los seguidores de Cristo. ¿Qué dice la Biblia acerca de la identidad del Espíritu Santo? Dicho de una manera sencilla, la Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios. La Biblia también nos dice que el Espíritu Santo es una Persona, un Ser con una mente, emociones, y una voluntad.

El hecho de que el Espíritu Santo es Dios, es visto claramente en muchas partes de las Escrituras, incluyendo Hechos 5:3-4. En este versículo, Pedro confronta a Ananías por haber mentido al Espíritu Santo, y le dice que él “no había mentido a los hombres sino a Dios”. Es una clara declaración de que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. También podemos saber que el Espíritu Santo es Dios, porque El posee los atributos o características de Dios. Por ejemplo, el hecho de que el Espíritu Santo es omnipresente, lo vemos en Salmos 139:7-8 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás”. Luego, en 1ª Corintios 2:10 vemos la característica de la omnisciencia del Espíritu Santo. “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios”. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”

Podemos conocer que el Espíritu Santo es en verdad una Persona, porque El posee una mente, emociones y una voluntad. El Espíritu Santo piensa y sabe (1ª Corintios 2:10). El Espíritu Santo puede ser afligido (Efesios 4:30) El Espíritu intercede por nosotros (Romanos 8:26-27). El Espíritu Santo hace decisiones de acuerdo con Su voluntad (1ª Corintios 12:7-11). El Espíritu Santo es Dios, la tercera “Persona” de la Trinidad. Como Dios, el Espíritu Santo puede funcionar verdaderamente como Consejero y Consolador, tal como lo prometió Jesús. (Juan 14:16, 26; 15:26).

"¿Cuál es el significado de la vida?"







                                               "¿Cuál es el significado de la vida?"

Respuesta:
¿Cuál es el significado de la vida? ¿Cómo puedo encontrar propósito, realización y satisfacción en la vida? ¿Tendré el potencial para lograr algo de importancia duradera? Mucha gente nunca se ha detenido a considerar cuál es el significado de la vida. Años más tarde, miran hacia atrás y se preguntan por qué sus relaciones se han desmoronado y por qué se sienten tan vacíos, aún cuando pudieron haber conseguido lo que emprendieron. A un jugador de béisbol que figuraba en el paseo de la fama del béisbol se le preguntó, qué le hubiera gustado que le dijeran al principio, cuando empezó a jugar el béisbol. El respondió, “Deseo que alguien me hubiera dicho que cuando alcanzara la cumbre, no encontraría nada ahí”. Muchas metas revelan su vacío solamente después de que se han desperdiciado años en su búsqueda.

En nuestra sociedad humanística, la gente persigue muchos propósitos, pensando que en ellos van a encontrar significado. Algunas de estas búsquedas incluyen: éxito en los negocios, riquezas, buenas relaciones, sexo, entretenimiento, hacer el bien a otros, etc. La gente ha testificado que mientras alcanzan sus metas de riquezas, relaciones y placer, todavía hay un profundo vacío interior – un sentimiento de un vacío que nada lo parece llenar.

El autor del libro bíblico de Eclesiastés expone este sentimiento cuando dice, “¡Vanidad de vanidades! ¡Vanidad de vanidades! ¡Todo es vanidad!”. Este autor tenía riquezas más allá de la medida, sabiduría más que cualquier hombre de su tiempo o del nuestro, mujeres por cientos, palacios y jardines que eran la envidia de los reinos, la mejor comida y el mejor vino, y poseía cada forma de entretenimiento disponible. Hasta cierto punto, dijo que cualquier cosa que deseaba su corazón, él la buscaba. Y todavía, resumía diciendo, “la vida debajo del sol ¡es vanidad!” (La vida es vivida como que está fuera de todo lo que podemos ver con nuestros ojos y experimentar con nuestros sentidos) ¿Por qué hay tal vacío? Porque Dios nos creó para algo más allá de lo que podemos experimentar en el aquí-y-ahora. Salomón dijo de Dios, “El también ha puesto la eternidad en los corazones de los hombres…”. Estamos conscientes de que, en nuestros corazones, este “aquí-y-ahora” no es todo lo que hay.

En Génesis, el primer libro de la Biblia, encontramos que Dios creó a la humanidad a Su imagen (Génesis 1:26). Esto significa que somos más como Dios que como cualquier otro (que cualquier otra forma de vida). También encontramos que antes de que la humanidad cayera en pecado y la maldición cayera sobre la tierra, las siguientes cosas fueron verdad: (1) Dios hizo al hombre una criatura social (Génesis 2:18-25); (2) Dios dio al hombre trabajo (Génesis 2:15); (3) Dios tuvo compañerismo con el hombre (Génesis 3:8): y (4) Dios dio al hombre dominio sobre la tierra (Génesis 1:26). ¿Cuál es la importancia de estos puntos? Yo creo que por cada uno de estos, Dios intentó añadir a nuestro cumplimiento satisfacción en la vida, pero todo esto (especialmente el compañerismo del hombre con Dios) fue perjudicado por la caída del hombre en pecado y la maldición resultante sobre la tierra (Génesis 3).

En Apocalipsis, el último libro de la Biblia, al final de muchos otros eventos del fin de los tiempos, Dios revela que va a destruir esta tierra y cielo presentes como los conocemos, y conducirnos al estado eterno, al crear un nuevo cielo y una nueva tierra. En ese tiempo, El va a restaurar por completo el compañerismo con la humanidad redimida. Algunos van a ser juzgados indignos y arrojados en el Lago de Fuego (Apocalipsis 20:11-15). Y la maldición del pecado será disipada; no habrá más pecado, aflicción, enfermedad, muerte, dolor, etc. (Apocalipsis 21:4). Y los creyentes heredarán todas las cosas; Dios habitará con ellos, y ellos serán Sus hijos (Apocalipsis 21:7). De este modo, llegamos a un círculo completo en el que Dios nos creó para tener compañerismo con El, pero el hombre pecó, rompiendo ese compañerismo; Dios restaura ese compañerismo completamente, en el estado eterno, con aquellos considerados dignos por El. ¡Ahora, ir a través de la vida haciendo nada y todo, solamente para morir separados de Dios por la eternidad, sería peor que vano! Pero Dios ha hecho un camino no solamente para hacer posible la dicha eterna (Lucas 23:43), sino también esta vida satisfactoria y valiosa. Ahora, ¿cómo se obtienen esta dicha eterna y este “cielo sobre la tierra”?

EL SENTIDO DE LA VIDA RESTITUIDO POR JESUCRISTO

Como hicimos alusión arriba, el verdadero significado tanto ahora como en la eternidad, se encuentra en que uno restaure la relación con Dios que fue perdida en el tiempo de la caída por el pecado de Adán y Eva. Hoy, esa relación con Dios es solamente posible a través de Su Hijo, Jesucristo (Hechos 4:12; Juan14:6; Juan 1:12). La vida eterna se gana cuando uno se arrepiente de sus pecados (ya no quiere continuar en esto, sino que quiere que Cristo lo cambie y lo haga una nueva persona) y comienza a confiar en Jesucristo como Salvador (vea la pregunta “¿Cuál es el plan de salvación?” para obtener mayor información en este tan importante asunto).

Ahora, el verdadero significado de la vida no se encuentra solamente en tener a Jesús como Salvador (maravilloso como es eso). Mas bien, el verdadero significado de la vida se encuentra cuando uno comienza a seguir a Cristo como Su discípulo, aprendiendo de Él, pasando tiempo con Él en Su Palabra, la Biblia, comunicándose con Él en oración, y caminando con Él en obediencia a Sus mandatos. Si usted es un no creyente (o tal vez un nuevo Creyente) es probable que esté diciéndose, “¡Eso no suena muy emocionante o satisfactorio para mí!” Pero, por favor lea solamente un poquito más. Jesús hizo las siguientes declaraciones:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30). “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan10:10b). “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:24-25). “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4).

Todo lo que estos versículos están diciendo es que nosotros tenemos una elección. Podemos continuar buscando guiar nuestras propias vidas (con el resultado de llevar una vida vacía) o podemos escoger seguir a Dios y Su voluntad para nuestras vidas con todo nuestro corazón (lo cual resultará en tener una vida vivida por completo, teniendo satisfechos los deseos del corazón, y encontrando contentamiento y satisfacción). Esto es así porque nuestro Creador nos ama y desea lo mejor para nosotros (no necesariamente la vida más fácil, sino la mayor satisfacción).

Al cerrar, quiero compartir una analogía tomada de un pastor amigo. Si usted es un aficionado a los deportes y decide asistir a un juego profesional, puede aflojar unos pocos dólares y obtener un asiento “alejado de la acción” en las filas superiores del estadio, o puede soltar unos pocos cientos de dólares y estar muy cerca de la acción. En la vida Cristiana también es así. Observar la obra de Dios de PRIMERA MANO no es para los cristianos domingueros. Ellos no han pagado el precio. Observar la obra de Dios de PRIMERA MANO es para los discípulos de Cristo incondicionales, quienes verdaderamente han dejado sus propios deseos, de manera que pueden seguir los propósitos de Dios en la vida. ¡Ellos han pagado el precio (una completa rendición a Cristo y a Su voluntad); ellos están experimentando la vida a plenitud, y pueden encararse a ellos mismos, y a su Hacedor sin lamentarse! ¿Ha pagado el precio? ¿Está dispuesto a hacerlo? Si es así, usted no va a anhelar sentido o propósito para su vida nuevamente.



LA LLAVE DE LA AUTORIDAD DE CRISTO








                                                  La Llave De La Autoridad De Cristo

Acerca Del Autor. El autor de esta enseñanza fue fundador y líder (apóstol) oficial de una comunión de iglesias muy prósperas en Australia. La sabiduría práctica que este material de entrenamiento contiene, puede hacer de usted un líder de la Iglesia mucho más poderoso. Léalo cuidadosamente y en oración.
Introducción
Una noche temprana en el año 1949, experimenté el primero de una serie de problemas severos en mi ministerio. Al revisar retrospectivamente los años, estos tiempos parecen ajustarse a un patrón.
Estas crisis, han formado el fundamento sobre el cual mi ministerio ha evolucionado. Al buscar la solución de Dios para estos problemas, ha emergido el mensaje que el Señor me ha confiado.
Estaba en un período de insatisfacción. Sentía una sensación de insuficiencia al afrontar los problemas del ministerio. Me retiré a mi cama, pero no había sueño para mí esa noche.
Desperté a un amigo que se hospedaba conmigo esa noche en mi casa y le pedí que se uniera a mí en oración. Durante varias horas leímos, reclamamos la Palabra de Dios y entregamos toda la situación en manos del Señor con fe.
Mientras estaba aún en oración, el Espíritu de Dios comenzó a moverse sobre mí. Eran las 4:20 a.m. De repente la Palabra de Dios comenzó a tronar dentro de mí corazón y mente: "Toda Potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id…" (Mt 28:18,19).
Tal parecía que las palabras venían directamente del Mismo Cristo resucitado y entronado. Me encontré a mí mismo repitiéndolas una y otra vez. Mi amigo, al parecer, estaba compartiendo las "gotas de piedad", pero estaba consciente de que el Espíritu de Dios estaba moviéndose poderosamente.
Para mí, los cielos se habían hecho un rollo que revelaba un concepto completamente nuevo de la autoridad del Cristo resucitado y glorificado.
Contemplé la autoridad con relación a Satanás y sus obras. Lo vi en relación con el regreso personal de Cristo cuando todas las naciones inclinarán sus rodillas ante Él. Vi la autoridad de Cristo siendo demostrada en el cumplimiento del plan y propósito mundial de Dios.
Esas palabras, posiblemente no pueden comunicar el significado de esta experiencia en mi ministerio en letras impresas. He estado en el ministerio tiempo completo casi 10 años a través de Australia y Nueva Zelanda. Había establecido una iglesia en Adelaida y durante el año anterior había presenciado a casi 100 personas siendo bautizadas con el Espíritu Santo. Con todo, la experiencia de esa noche trajo a mi corazón una fe vital y nueva en la autoridad de Cristo. Me fue dada una llave hacia un ministerio efectivo que había bendecido a muchos en Australia y en otras tierras.
Más tarde, esa mañana, tomé un baño, me vestí y me fui a visitar los hogares de dos líderes de nuestras iglesias. Uno estaba desayunando antes de salir para su trabajo y el otro todavía estaba durmiendo.
No obstante, derramé mi convicción y concepto que el Señor había estado ardiendo dentro de mi alma esa noche. Les conté a estos hermanos que creía que tenía la clave para un avivamiento al estilo del Nuevo Testamento.
Después, durante ese día, tuvimos nuestro servicio regular semanal de oración. Conté mi experiencia a las personas que concurrieron. El Espíritu del Señor descendió una vez más. Sin ninguna advertencia, las personas presentes cayeron sobre sus rodillas en alabanza y adoración.
En ese servicio, tuvimos la primera experiencia de liberación de un demonio de una persona en nuestro ministerio en Adelaida.
Continué predicando y expuse esta revelación de la autoridad de Cristo resucitado. Desde ese tiempo en adelante, contemplamos la ola del avivamiento de bendiciones levantarse en nuestros servicios.
Semana tras semana, me convencí cada vez más de que el Espíritu Santo había colocado en mis manos la llave que liberaría a los cautivos de sus opresiones y traería un avivamiento que exaltaría a Cristo.
Muchas y variadas han sido nuestras experiencias en los años que han seguido. Muchos problemas han tenido que ser afrontados y muchas dificultades superadas. Con todo, ha permanecido en mi corazón y en mi ministerio esta firme convicción y fe sólida. El Señor Jesucristo tiene autoridad absoluta. Esta presentación de la autoridad de Cristo, ha hecho que el poder de Satanás y sus demonios sea expuesto a tal grado de actividad que difícilmente habíamos anticipado. Pero también nos ha provisto de un arma poderosa con la cual superar al enemigo y librar a los que están atados.
Consideremos algunos aspectos e implicaciones de la primera llave esencial hacia un ministerio efectivo y hacia una iglesia próspera: la autoridad de Cristo.
A. LA AUTORIDAD DE CRISTO
1. Fue Dada Por El Padre
El término griego exousia, significa una autoridad delegada, y esa es la palabra que fue usada por Jesús en Mateo 28:18: "Toda potestad [exousia] me es dada en el cielo y en la tierra".
Vemos esa autoridad ejercida por Jesús en Su ministerio terrenal. "Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres" (Mt 9:8). Fue la autoridad con la cual Jesús habló y ministró, lo que asombró a las personas.
A pesar de ello, Jesús dijo que recibió del Padre tanto Sus palabras como Sus obras (Jn 14:10,11).
2. Circunda El Cielo Y La Tierra Cuando Jesús murió sobre la cruz, fue sepultado en la tumba y resucitó al tercer día para luego ascender al cielo y sentarse a la diestra del Padre, Él recibió "Toda potestad... en el cielo y en la tierra".
Pablo declara en Filipenses 2:10,11 que toda rodilla en el Cielo, en la tierra y debajo de la tierra, tiene que doblarse ante el nombre de Jesús. Toda lengua confesará que Él es Señor.
Él, ha sido eternamente el Hijo por naturaleza. Pero también ha sido adjudicada sobre el Hijo la autoridad de la Trinidad. "Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud" (Col 1:19).
"Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col 2:9).
a. Autoridad Sobre Los Ángeles. En Hebreos 1, Cristo es exaltado sobre los ángeles debido a ambas virtudes: la de Su naturaleza divina y la de Su glorioso oficio. Por eso la Biblia declara: "Y adórenle todos los ángeles de Dios".
A ninguno de los ángeles Dios le ha dicho en ningún momento: "Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies". No obstante, Cristo reinará hasta que el último enemigo sea destruido y todas las cosas sean sometidas debajo de Él. Los ángeles obedecen Sus órdenes.
b. Autoridad Sobre Principados Y Poderes. Leemos en Hebreos 4:14 que Jesús "...traspasó los cielos". Una traducción más literal dice que en Su ascensión Él pasó "a través de todos los cielos".
¿Cuántos cielos hay sobre nosotros? Algunos dicen que hay tres; otros dicen que hay siete. No obstante, a pesar de todos los cielos que haya, Cristo los traspasó a todos a fin de sentarse en el trono más alto de autoridad en todo el universo.
Esa es la razón por la cual Pablo pudo decir que Dios levantó a Cristo de los muertos "…sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo [época], sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo" (Ef 1:20-23).
Aunque Satanás es el "Dios de este siglo" y el "príncipe de la potestad del aire", está ubicado bajo los pies de Jesús y tiene que someterse a la autoridad del Cristo exaltado. ¿No hizo Cristo una exhibición de victoria pública sobre los principados y potestades de las tinieblas, triunfando sobre ellos en su muerte expiatoria (Col 2:15)? ¿Acaso no derrotó a Satán y a sus ejércitos al derramar Su sangre y al resucitar del dominio de la muerte con las llaves de autoridad en Su mano?
Ese mismo Cristo está hoy sentado sobre el trono universal con toda potestad a Su disposición.
c. Autoridad Sobre La Iglesia. En Colosenses 1, Pablo establece la preeminencia de Cristo sobre toda la creación. Esto incluye lo visto y no visto en el cielo y en la tierra. Él tiene autoridad sobre tronos, dominios, principados y poderes. Luego, Pablo declara con gran certeza: "El es cabeza del cuerpo, la iglesia".
Un cuadro similar nos es presentado en la Escritura citada con anterioridad (Efesios 1), pero con una diferencia muy significativa.
En Efesios se nos dice que Cristo fue hecho "la cabeza sobre todas las cosas para la iglesia, que es su cuerpo". Así que, podemos ver que Cristo no sólo es la "cabeza autorizada de la iglesia", sino que también es cabeza sobre todas las cosas para beneficio de la iglesia.
La Iglesia, no sólo está obligada a someterse a la autoridad de Cristo, sino que también tiene el privilegio de compartir los resultados del dominio de Cristo sobre todas las cosas en el Cielo y en la tierra. ¿No deberá la Iglesia reflejar esa suprema autoridad de Cristo sobre la tierra?
¡Qué tragedia presenciar una Iglesia derrotada, inefectiva y sin poder ante los asaltos de Satanás!
La verdadera Iglesia es realmente el Cuerpo visible del Cristo entronado quien retiene la autoridad y dominio universal.
¿Acaso no debemos aceptar el reto de ser embajadores fieles, y verdaderos representantes del Rey de reyes?
d. Autoridad Para Salvar Y Para Juzgar. Jesús declaró que el Hijo del Hombre tenía autoridad sobre la tierra para perdonar pecados. Pedro proclamó: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch 4:12). Sin embargo, ese mismo Cristo tiene autoridad también para juzgar a todos los hombres.
Los creyentes estarán un día ante Él en el Tribunal de Cristo. Los incrédulos le verán cuando Él tome asiento en el Gran trono blanco durante el juicio final.
"Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre" (Jn 5:22, 23).
Nuevamente en el versículo 27, el Padre "…le dio autoridad [al Hijo] de hacer juicio". Escuche a Pablo predicar en Atenas: "Por cuanto [Dios] ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó [a Jesús], dando fe a todos con haberle levantado de los muertos" (Hch 17:31).
B. TENEMOS QUE CREER EN LA AUTORIDAD DE CRISTO
Los cinco puntos delineados en los párrafos anteriores, son solamente vislumbres, unas cuantas facetas de este brillante diamante de la verdad. Como doctrina, todos los cristianos aceptan la autoridad de Cristo. Intelectualmente, todos los creyentes dan su aprobación a ello. Sin embargo, la clave no está en nuestro conocimiento de la autoridad de Cristo, sino en la revelación, en la convicción interna y en el ardor apasionado de la fe de ella.
Ésta, deberá iluminar nuestros corazones y espíritus, al igual que nuestras mentes. Deberá abrazarnos con una dedicación celosa hacia su verdad y una aplicación de corazón en nuestras vidas y servicio al Señor.
1. Ésta Puede Traer Victoria
Nuestra Fe en la autoridad de Cristo, debe ser un incentivo hacia una vida victoriosa. Deberá inspirarnos hacia el servicio victorioso. Deberá hacer que todas las promesas de Dios sean efectivas en nuestras vidas. Deberá retar a la Iglesia hacia un avivamiento victorioso.
No es de asombrarse del porqué el Apóstol Juan "cayó como muerto a sus pies" en la isla de Patmos. Él vio al Señor resucitado y escuchó Sus palabras triunfantes:
"No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1:17, 18).
Ojalá que la autoridad de Cristo venga a ser la llave, en manos de su pueblo, que haga huir al enemigo y que desate el glorioso poder de Dios.