martes, 31 de enero de 2017

ES NUESTRO TIEMPO




                                                               ES NUESTRO TIEMPO

3. Una Triple Defensa Satanás sabe esto, pero no quiere que nosotros lo sepamos o que vivamos conscientes de tal poder. Para él, significa derrota. Por lo tanto, buscará destruir nuestra fe y nuestra voluntad para resistirle, usando el pesado barrote de la condenación. No es de extrañar que Pablo nos diga que "tenemos que conocer sus tácticas astutas y engañosas" (2 Co 2:11).
Vemos, por lo tanto, que nuestra defensa contra la condenación del diablo es triple:
a. Estamos de acuerdo con nuestro adversario, pero
b. insistimos en la justicia que tenemos en Cristo, y
c. nos volvemos hacia Jesús como nuestro refugio. Ahora estamos listos para avanzar hacia la victoria.
4. La Espada Del Espíritu
Jesús es nuestro ejemplo de vida victoriosa. Su victoria sobre el diablo y los poderes demoniacos fue conseguida utilizando la Palabra de Dios. Durante sus tentaciones y pruebas en el desierto, Jesús refutó y derrotó al diablo con la Escritura: "Escrito está".
"Refutar" significa probar, hablando la verdad, que la palabra de alguien es errónea. Jesús refutó las palabras del diablo, hablando la Palabra de Dios. Jesús venció con la Palabra, y nosotros podemos hacerlo también.
D. VENCEDORES CON VICTORIA
La derrota final de Satanás es descrita en el Libro de Apocalipsis. Nuestro papel como vencedores es explicado también. La base doble para nuestra victoria sobre el diablo es de gran interés:
"Entonces escuché una gran voz que clamaba en el cielo, ha sucedido al fin. La salvación y el poder de Dios, el dominio y la autoridad de su Cristo finalmente han llegado.
El acusador de nuestros hermanos ha sido lanzado fuera. Los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.
Y nuestros hermanos le vencieron por la sangre del cordero y la palabra de su testimonio – la palabra hablaba de verdad…" (Ap 12:10, 11 Versión Simplificada).
1. Dos Llaves Para La Victoria
Las dos llaves para convertirse en un vencedor son las siguientes:
a. La Sangre Del Cordero: ha lavado nuestros pecados, de esta manera, somos aceptados por Dios (como si nunca hubiéramos pecado).
b. La Palabra De Su Testimonio: es cuando nosotros hablamos palabras que están de acuerdo con lo que Dios ha dicho en la Biblia.
2. Usando Las Llaves
a. Por La Sangre Del cordero.
¿Cómo vencemos con "la sangre del cordero"? Estoy seguro de que ustedes comprenden que "el cordero", tal como se utiliza en este pasaje de la Biblia, se refiere a Jesús.
Recuerden que cuando Juan el Bautista vio a Jesús venir para ser bautizado, dijo de Él: "Mirad EL CORDERO DE DIOS quien lleva el pecado del mundo" (Jn 1:29, 36).
Cuando los discípulos de Juan escucharon que se refería a Jesús como "El Cordero de Dios", dejaron a Juan y siguieron a Jesús.
Como israelitas, comprendieron perfectamente el significado de esto. Los israelitas experimentaban el perdón y la expiación a través del siguiente proceso: (Expiación significa ser hecho "uno" con Dios.)
Dios había prescrito que un cordero fuera llevado como ofrenda por el pecado hasta el altar de bronce que había en el templo. El pecador colocaba sus manos sobre la cabeza del cordero, mientras éste estaba tendido en el altar, y confesaba sus pecados. A través de este proceso, los pecados del confesor eran transferidos al cordero.
Ya que la pena del pecado era la muerte, el cordero tenía que morir en el altar. El cordero no moría porque hubiera pecado. El cordero era matado en lugar del pecador (que en realidad era quien merecía morir). El cordero se convirtió en un sacrificio sustituto para el pecador: muriendo en su lugar.
1) Jesús Derramó Su Sangre Por Nosotros. Esto ilustra lo que Jesús estaba haciendo en la cruz por usted y por mí. Nosotros éramos los únicos que merecíamos morir por nuestros pecados. Pero Jesús (El Cordero), murió como nuestro sustituto: en nuestro lugar. Yo debería de estar colgando de aquella cruz, pero Jesús tomó mi lugar (y el de usted). De esa manera, yo pude llegar a "ser uno" con Dios. He sido perdonado y disfruto de una posición delante de Dios "como si nunca" hubiera pecado.
Debido a que nuestros pecados son "perdonados y olvidados" por la sangre que Jesús derramó en la cruz por nosotros como el cordero, el diablo aborrece la sangre. Esa cruz y la sangre que Jesús derramó allí por nosotros, derrotaron al diablo y a los demonios; es por tal razón que ellos odian la sangre de Jesús.
2) La Sangre De Jesús Es Poderosa Contra El Enemigo. La cruz y la sangre de Jesús derramada por nosotros venció a Satanás y a sus demonios, por lo tanto, ellos odian la sangre de Jesús.
Mi primer intento de echar fuera un demonio, aconteció en 1948. Yo era un cristiano joven que tenía más celo que conocimiento y sabiduría. Al intentar arrojar al espíritu inmundo de aquel hombre, estaba tratando algo que estaba mucho más allá de mi desarrollo espiritual y experiencia habituales. Sin embargo, en el intento, aprendí algo que se ha quedado dentro de mí toda mi vida. Cuando hablé al demonio y le dije que saliera de aquel hombre, el demonio chilló: "La sangre de Cristo es la sangre de un cerdo". El demonio repitió esta terrible blasfemia una y otra vez. Y aquello hizo que los escalofríos subieran y bajaran por mi espalda.
Desde aquel momento, me di cuenta de lo poderosa que es la sangre de Jesús contra los designios y las maldades de Satanás y de sus seguidores demoniacos.
La "sangre del cordero" mantuvo a Satanás (el destructor) apartado de los hogares israelitas en la noche de Pascua, en Egipto. (Vea el Capítulo 1 de esta sección.)
La sangre de los corderos usados para el sacrificio del Antiguo Testamento, impidió que Satanás reclamara la justicia de los creyentes. Al morir, los que eran "salvados por la sangre" iban al paraíso, fuera del alcance y de las pretensiones de Satanás. (Vea Lucas 16:19-26.)
La sangre ha frustrado los planes del diablo durante siglos. No es de extrañar que los escritores del Nuevo Testamento hablen con tanto entusiasmo sobre la sangre de Cristo.
"…Fuisteis redimidos… con la preciosa sangre de Cristo…". "Él [Jesús] nos amó y nos lavó de todos nuestros pecados con su propia sangre." "Él nos redimió para Dios con su sangre, de todo género, y lengua, y pueblo, y nación…" (1 P 1:18, 19; Ap 1:5; 5:9).
3) Invoque La Sangre. Mi buen amigo David Newington, me contó la historia de su padre, un anglicano convertido de verdad, bautizado con el Espíritu Santo y que había llegado a ser un predicador pentecostal en Inglaterra.
Tenía una manera graciosa de hacer las cosas, una de las cuales era ir dando vueltas mascullando y susurrando: "Bajo la sangre, Señor, bajo la sangre".
David le preguntó a su padre un día: "¿Por qué haces eso papá?" Con una voz muy alta, su padre le respondió: "¿Sabes tú de alguna mejor expresión que un hombre viejo pueda musitar?"
David no contestó, pero en su mente pensó: "No. Creo que no, viejo. No puedo pensar en mejores palabras para que puedan saturar mis alrededores." De manera que David decidió tomar aquel hábito y frecuentemente andar por los alrededores musitando lo mismo. ¿Qué sucede con usted? ¿Qué es lo que usted murmura?
"Y nuestros hermanos le vencieron por la sangre del cordero y la palabra de su testimonio – la palabra hablaba de verdad…" (Ap 12:10, 11).
Cuando suba contra el enemigo en oración, diga estas palabras: "Poderes de la oscuridad, invoco la sangre de Jesús contra vosotros, os ordeno que dejéis libre a esta persona en el nombre de Jesús. La sangre de Jesús compró la libertad de esta persona y yo os ordeno que salgáis, que quitéis vuestras garras de esta vida inmediatamente".
Esta clase de oración y confesión de fe, hará que los demonios tiemblen y huyan. Utilice la sangre de Jesús en la oración. Es una arma espiritual fuerte.
b. Por La Palabra De Su Testimonio.
1) Nuestra Salvación. Hay poder en lo que decimos: nuestro testimonio o confesión. Sabemos que lo que hace un hombre para ser salvo es:
a) creer en su corazón, y
b) confesar con su boca.
"Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo" (Ro 10:9).
Cuando creemos y confesamos que Jesús murió, derramó su sangre por nuestros pecados y que Dios le levantó de los muertos, somos salvados y entramos en la vida cristiana victoriosa.
2) Nuestra Confesión. Una cosa es entrar en la victoria de la vida de Cristo, pero ¿cómo seguiremos caminando en victoria sobre Satanás? Bueno, obtenemos la victoria de la misma manera: por la confesión de nuestra boca.
Muchos de nosotros consideramos nuestros problemas teniendo pensamientos de duda, temor y desesperación. Deberíamos resistir al enemigo hablando palabras de fe, esperanza y amor. La palabra confesión significa "decir lo mismo que", o "estar de acuerdo con".
Cuando confesamos nuestros pecados, estamos de acuerdo con Dios en que estamos equivocados. Estos son dolorosos para nosotros y desagradables para Él. No negamos ni excusamos nuestros pecados, sino decimos lo mismo que Dios dice sobre ellos. Esa es la parte negativa o lado triste de nuestra confesión.
No solamente confesamos nuestros pecados, sino que también confesamos lo que Dios dice en Su Palabra (la Biblia) acerca de nuestra salvación, nuestras necesidades financieras, la sanidad y la bendición.
Cuando estamos enfermos confesamos: "Yo soy el Señor tu Dios que te sano". "…Sana todas mis enfermedades…". "Por sus heridas fui sanado". (Ex 15:26; Sal 103:3; Is 53:5).
Esta es la Palabra de Dios y nosotros estamos de acuerdo con Él. Ésta, es justa y verdadera para nosotros. Esta es la parte positiva o agradable de nuestra confesión.
3. La Victoria En El Tribunal Del Cielo
La Biblia dice que Jesús es "…el sumo sacerdote de nuestra confesión" (He 3:1). Eso significa que Él obra con lo que nosotros decimos para asegurarnos la victoria. "Vive para hacer intercesión por nosotros" (He 7:25).
Hay un lado legal de nuestra salvación que se relaciona con nuestra confesión. Jesús es nuestro abogado (letrado, asesor legal). Si va a tener éxito como abogado, va a depender mucho de nuestra confesión (lo que decimos).
Satanás visita el cielo regularmente para acusar a los hermanos. (Vea los Capítulos 1 y 2 de Job y Apocalipsis 12:10.) Cuando lo hace, ¿cómo va a contestar Jesús y a refutar las acusaciones de Satanás? A través de su testimonio: por lo que usted diga.
a. Diga Tres Cosas. El famoso evangelista americano T.L Osborn, explicaba esto: Cuando el diablo le está acusando delante de Dios, se dicen tres cosas:
1) Lo que el diablo dice;
2) Lo que la Biblia (la Palabra de Dios) dice;
3) Lo que usted dice.
Si usted está de acuerdo con la Palabra de Dios y dice lo mismo que ésta, su testimonio será utilizado por Jesús para refutar las acusaciones del diablo.
b. Cuatro Personajes. Observemos el tribunal del cielo como el gran juzgado de justicia de Dios. Se pueden ver cuatro diferentes papeles en una escena así:
1) Está el "Juez" que decide quién es culpable y cuál será la sentencia.
2) Está el "acusador" que intentará probar que el acusado es culpable de lo que se le acusa.
3) Está el "defendido" que ha sido acusado y necesita quien le defienda de las acusaciones.
4) Está el "Defensor" que intentará probar que su cliente no es culpable de lo que se le acusa.
c. ¿Quiénes Son Los Personajes? ¿Quiénes desempeñan estos diversos papeles en el tribunal del cielo? Son los que siguen:
1) El Juez es Dios Mismo, que es a la vez sabio y justo.
2) El acusador es el diablo, también conocido como el "acusador de los hermanos".
3) El defendido es el creyente cristiano (usted o yo) que se ha colocado bajo la condenación del diablo.
4) El Defensor es Jesucristo, nuestro abogado (letrado) e intercesor.
d. El Juicio. El acusador habla primero presentando sus acusaciones contra nosotros delante del juez. Algunas de sus acusaciones son verdaderas y algunas son falsas.
Su presentación es tan convincente que podemos sentirnos confundidos y asustados. Si lo hacemos, nos quedaremos allí con las cabezas inclinadas y sin decir nada. O todavía peor, podemos intentar defendernos o incluso negar las acusaciones que son verdad.
Esto podría llevarnos a nuestra perdición porque nuestro defensor tiene que presentar nuestro caso sobre la base de lo que confesamos. Jesús lo expresó clara y poderosamente con estas palabras: "Tendréis lo que digáis" (Mr 11:23, Versión Simplificada).
Resultaría mucho más sabio ponerse de acuerdo con nuestro adversario, el acusador, en aquellos sitios donde hayamos actuado mal. Pero también señalar que la pena por lo que hemos hecho mal, ya ha sido pagada por nuestro Defensor: con Su propia sangre.
Después, nos volveremos para nuestra defensa hacia Jesús. Él tomará nuestra confesión de pecado y salvación, e intercederá delante de Su Padre, nuestro Juez, utilizando Su propia muerte en la cruz.
Sobre la base de la cruz y de Su sangre derramada, la justicia ha sido satisfecha. El juez nos declara no culpables y somos puestos en libertad sin ningún tipo de pena. El acusador ha sido derrotado. Ya no tiene más terreno para sus acusaciones. Ha sido vencido por la sangre del cordero y la palabra de nuestro testimonio.
Además, una vez que hemos sido limpiados de todas sus acusaciones, estamos en posición de acusarle por cada mentira que utilizó en su intento por derrotarnos. Al confesar la verdad, no sólo somos liberados, sino que eventualmente el enemigo será puesto en la misma prisión (infierno) que había planeado para nosotros.
E. REPASO DE LOS PRINCIPIOS
Hemos unido cuatro principios básicos en el estudio de la vida cristiana victoriosa. Éstos, son dignos de que los resumamos:
1. Rechace La Condenación, Acepte La Convicción
2. Póngase De Acuerdo Con Su Adversario Inmediatamente
3. Vuélvase Hacia Jesús Como Su Refugio
4. Utilice La Espada Del Espíritu, La Palabra De Dios
5. Démosle A Jesús Una Confesión Para Nuestra Defensa
Ojalá que podamos establecer estas verdades en nuestros corazones y las fijemos en nuestras mentes. Con ellas, podemos vencer siempre. Son una defensa segura y fuerte contra los ataques del diablo.
Ya no puede utilizar sus armas de acusación y condenación para debilitar nuestra fe y nuestras oraciones. Permaneceremos de pie, hablaremos y nos liberaremos a nosotros y a los demás con la palabra segura del Señor.