martes, 31 de enero de 2017

LA LLAVE DE LA AUTORIDAD DE CRISTO








                                                  La Llave De La Autoridad De Cristo

Acerca Del Autor. El autor de esta enseñanza fue fundador y líder (apóstol) oficial de una comunión de iglesias muy prósperas en Australia. La sabiduría práctica que este material de entrenamiento contiene, puede hacer de usted un líder de la Iglesia mucho más poderoso. Léalo cuidadosamente y en oración.
Introducción
Una noche temprana en el año 1949, experimenté el primero de una serie de problemas severos en mi ministerio. Al revisar retrospectivamente los años, estos tiempos parecen ajustarse a un patrón.
Estas crisis, han formado el fundamento sobre el cual mi ministerio ha evolucionado. Al buscar la solución de Dios para estos problemas, ha emergido el mensaje que el Señor me ha confiado.
Estaba en un período de insatisfacción. Sentía una sensación de insuficiencia al afrontar los problemas del ministerio. Me retiré a mi cama, pero no había sueño para mí esa noche.
Desperté a un amigo que se hospedaba conmigo esa noche en mi casa y le pedí que se uniera a mí en oración. Durante varias horas leímos, reclamamos la Palabra de Dios y entregamos toda la situación en manos del Señor con fe.
Mientras estaba aún en oración, el Espíritu de Dios comenzó a moverse sobre mí. Eran las 4:20 a.m. De repente la Palabra de Dios comenzó a tronar dentro de mí corazón y mente: "Toda Potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id…" (Mt 28:18,19).
Tal parecía que las palabras venían directamente del Mismo Cristo resucitado y entronado. Me encontré a mí mismo repitiéndolas una y otra vez. Mi amigo, al parecer, estaba compartiendo las "gotas de piedad", pero estaba consciente de que el Espíritu de Dios estaba moviéndose poderosamente.
Para mí, los cielos se habían hecho un rollo que revelaba un concepto completamente nuevo de la autoridad del Cristo resucitado y glorificado.
Contemplé la autoridad con relación a Satanás y sus obras. Lo vi en relación con el regreso personal de Cristo cuando todas las naciones inclinarán sus rodillas ante Él. Vi la autoridad de Cristo siendo demostrada en el cumplimiento del plan y propósito mundial de Dios.
Esas palabras, posiblemente no pueden comunicar el significado de esta experiencia en mi ministerio en letras impresas. He estado en el ministerio tiempo completo casi 10 años a través de Australia y Nueva Zelanda. Había establecido una iglesia en Adelaida y durante el año anterior había presenciado a casi 100 personas siendo bautizadas con el Espíritu Santo. Con todo, la experiencia de esa noche trajo a mi corazón una fe vital y nueva en la autoridad de Cristo. Me fue dada una llave hacia un ministerio efectivo que había bendecido a muchos en Australia y en otras tierras.
Más tarde, esa mañana, tomé un baño, me vestí y me fui a visitar los hogares de dos líderes de nuestras iglesias. Uno estaba desayunando antes de salir para su trabajo y el otro todavía estaba durmiendo.
No obstante, derramé mi convicción y concepto que el Señor había estado ardiendo dentro de mi alma esa noche. Les conté a estos hermanos que creía que tenía la clave para un avivamiento al estilo del Nuevo Testamento.
Después, durante ese día, tuvimos nuestro servicio regular semanal de oración. Conté mi experiencia a las personas que concurrieron. El Espíritu del Señor descendió una vez más. Sin ninguna advertencia, las personas presentes cayeron sobre sus rodillas en alabanza y adoración.
En ese servicio, tuvimos la primera experiencia de liberación de un demonio de una persona en nuestro ministerio en Adelaida.
Continué predicando y expuse esta revelación de la autoridad de Cristo resucitado. Desde ese tiempo en adelante, contemplamos la ola del avivamiento de bendiciones levantarse en nuestros servicios.
Semana tras semana, me convencí cada vez más de que el Espíritu Santo había colocado en mis manos la llave que liberaría a los cautivos de sus opresiones y traería un avivamiento que exaltaría a Cristo.
Muchas y variadas han sido nuestras experiencias en los años que han seguido. Muchos problemas han tenido que ser afrontados y muchas dificultades superadas. Con todo, ha permanecido en mi corazón y en mi ministerio esta firme convicción y fe sólida. El Señor Jesucristo tiene autoridad absoluta. Esta presentación de la autoridad de Cristo, ha hecho que el poder de Satanás y sus demonios sea expuesto a tal grado de actividad que difícilmente habíamos anticipado. Pero también nos ha provisto de un arma poderosa con la cual superar al enemigo y librar a los que están atados.
Consideremos algunos aspectos e implicaciones de la primera llave esencial hacia un ministerio efectivo y hacia una iglesia próspera: la autoridad de Cristo.
A. LA AUTORIDAD DE CRISTO
1. Fue Dada Por El Padre
El término griego exousia, significa una autoridad delegada, y esa es la palabra que fue usada por Jesús en Mateo 28:18: "Toda potestad [exousia] me es dada en el cielo y en la tierra".
Vemos esa autoridad ejercida por Jesús en Su ministerio terrenal. "Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres" (Mt 9:8). Fue la autoridad con la cual Jesús habló y ministró, lo que asombró a las personas.
A pesar de ello, Jesús dijo que recibió del Padre tanto Sus palabras como Sus obras (Jn 14:10,11).
2. Circunda El Cielo Y La Tierra Cuando Jesús murió sobre la cruz, fue sepultado en la tumba y resucitó al tercer día para luego ascender al cielo y sentarse a la diestra del Padre, Él recibió "Toda potestad... en el cielo y en la tierra".
Pablo declara en Filipenses 2:10,11 que toda rodilla en el Cielo, en la tierra y debajo de la tierra, tiene que doblarse ante el nombre de Jesús. Toda lengua confesará que Él es Señor.
Él, ha sido eternamente el Hijo por naturaleza. Pero también ha sido adjudicada sobre el Hijo la autoridad de la Trinidad. "Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud" (Col 1:19).
"Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col 2:9).
a. Autoridad Sobre Los Ángeles. En Hebreos 1, Cristo es exaltado sobre los ángeles debido a ambas virtudes: la de Su naturaleza divina y la de Su glorioso oficio. Por eso la Biblia declara: "Y adórenle todos los ángeles de Dios".
A ninguno de los ángeles Dios le ha dicho en ningún momento: "Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies". No obstante, Cristo reinará hasta que el último enemigo sea destruido y todas las cosas sean sometidas debajo de Él. Los ángeles obedecen Sus órdenes.
b. Autoridad Sobre Principados Y Poderes. Leemos en Hebreos 4:14 que Jesús "...traspasó los cielos". Una traducción más literal dice que en Su ascensión Él pasó "a través de todos los cielos".
¿Cuántos cielos hay sobre nosotros? Algunos dicen que hay tres; otros dicen que hay siete. No obstante, a pesar de todos los cielos que haya, Cristo los traspasó a todos a fin de sentarse en el trono más alto de autoridad en todo el universo.
Esa es la razón por la cual Pablo pudo decir que Dios levantó a Cristo de los muertos "…sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo [época], sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo" (Ef 1:20-23).
Aunque Satanás es el "Dios de este siglo" y el "príncipe de la potestad del aire", está ubicado bajo los pies de Jesús y tiene que someterse a la autoridad del Cristo exaltado. ¿No hizo Cristo una exhibición de victoria pública sobre los principados y potestades de las tinieblas, triunfando sobre ellos en su muerte expiatoria (Col 2:15)? ¿Acaso no derrotó a Satán y a sus ejércitos al derramar Su sangre y al resucitar del dominio de la muerte con las llaves de autoridad en Su mano?
Ese mismo Cristo está hoy sentado sobre el trono universal con toda potestad a Su disposición.
c. Autoridad Sobre La Iglesia. En Colosenses 1, Pablo establece la preeminencia de Cristo sobre toda la creación. Esto incluye lo visto y no visto en el cielo y en la tierra. Él tiene autoridad sobre tronos, dominios, principados y poderes. Luego, Pablo declara con gran certeza: "El es cabeza del cuerpo, la iglesia".
Un cuadro similar nos es presentado en la Escritura citada con anterioridad (Efesios 1), pero con una diferencia muy significativa.
En Efesios se nos dice que Cristo fue hecho "la cabeza sobre todas las cosas para la iglesia, que es su cuerpo". Así que, podemos ver que Cristo no sólo es la "cabeza autorizada de la iglesia", sino que también es cabeza sobre todas las cosas para beneficio de la iglesia.
La Iglesia, no sólo está obligada a someterse a la autoridad de Cristo, sino que también tiene el privilegio de compartir los resultados del dominio de Cristo sobre todas las cosas en el Cielo y en la tierra. ¿No deberá la Iglesia reflejar esa suprema autoridad de Cristo sobre la tierra?
¡Qué tragedia presenciar una Iglesia derrotada, inefectiva y sin poder ante los asaltos de Satanás!
La verdadera Iglesia es realmente el Cuerpo visible del Cristo entronado quien retiene la autoridad y dominio universal.
¿Acaso no debemos aceptar el reto de ser embajadores fieles, y verdaderos representantes del Rey de reyes?
d. Autoridad Para Salvar Y Para Juzgar. Jesús declaró que el Hijo del Hombre tenía autoridad sobre la tierra para perdonar pecados. Pedro proclamó: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch 4:12). Sin embargo, ese mismo Cristo tiene autoridad también para juzgar a todos los hombres.
Los creyentes estarán un día ante Él en el Tribunal de Cristo. Los incrédulos le verán cuando Él tome asiento en el Gran trono blanco durante el juicio final.
"Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre" (Jn 5:22, 23).
Nuevamente en el versículo 27, el Padre "…le dio autoridad [al Hijo] de hacer juicio". Escuche a Pablo predicar en Atenas: "Por cuanto [Dios] ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó [a Jesús], dando fe a todos con haberle levantado de los muertos" (Hch 17:31).
B. TENEMOS QUE CREER EN LA AUTORIDAD DE CRISTO
Los cinco puntos delineados en los párrafos anteriores, son solamente vislumbres, unas cuantas facetas de este brillante diamante de la verdad. Como doctrina, todos los cristianos aceptan la autoridad de Cristo. Intelectualmente, todos los creyentes dan su aprobación a ello. Sin embargo, la clave no está en nuestro conocimiento de la autoridad de Cristo, sino en la revelación, en la convicción interna y en el ardor apasionado de la fe de ella.
Ésta, deberá iluminar nuestros corazones y espíritus, al igual que nuestras mentes. Deberá abrazarnos con una dedicación celosa hacia su verdad y una aplicación de corazón en nuestras vidas y servicio al Señor.
1. Ésta Puede Traer Victoria
Nuestra Fe en la autoridad de Cristo, debe ser un incentivo hacia una vida victoriosa. Deberá inspirarnos hacia el servicio victorioso. Deberá hacer que todas las promesas de Dios sean efectivas en nuestras vidas. Deberá retar a la Iglesia hacia un avivamiento victorioso.
No es de asombrarse del porqué el Apóstol Juan "cayó como muerto a sus pies" en la isla de Patmos. Él vio al Señor resucitado y escuchó Sus palabras triunfantes:
"No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1:17, 18).
Ojalá que la autoridad de Cristo venga a ser la llave, en manos de su pueblo, que haga huir al enemigo y que desate el glorioso poder de Dios.