martes, 31 de enero de 2017
La Llave De La Autoridad Del Creyente
Durante seis días en el invierno de 1951, dos líderes y yo estuvimos buscando al Señor en oración y ayuno. Habíamos sido invitados a usar una casa parcialmente edificada cerca de una playa como a 20 millas de Adelaida.
Todos sentíamos la necesidad de retirarnos de nuestras actividades pastorales para estar a solas con Dios. Queríamos buscar Su rostro para que enviara una unción fresca del Espíritu Santo sobre nuestros ministerios. Día tras día, nos ministramos unos a otros a través de la Palabra, estudiamos juntos, oramos juntos y, a veces, corríamos por las colinas arenosas. También disfrutamos de tiempos de comunión personal con el Señor.
Estábamos conscientes de las bendiciones de Dios en nuestros corazones. Edificábamos nuestras vidas espirituales.
Pero la última noche había llegado. Íbamos a salir temprano en la mañana. Sentí que no había recibido todo lo que estaba buscando.
Nos retiramos a dormir. Pronto descubrí que en lugar de dormir, mi mente no se apartaba de ciertas verdades de la Palabra de Dios. Hora tras hora, todo el libro de Efesios venía a mi memoria. Los grandes principios bíblicos de ese emocionante libro estaban poderosamente impresos sobre mí.
Conocía Efesios muy bien y me encantaba predicar su contenido, pero esta vez las antiguas verdades venían a mi mente con un nuevo significado. Saltaban nuevas verdades en mi corazón y mente bajo la inspiración del Espíritu Santo.
La siguiente mañana, mis amigos, quienes habían dormido en otro cuarto, me preguntaron qué me había pasado durante la noche. Aparentemente, mis frecuentes oraciones y alabanzas, los habían perturbado.
El siguiente domingo cuando nos encontramos en nuestros servicios, les dije a las personas: "Muchos de ustedes saben que nosotros habíamos estado retirados buscando al Señor la semana pasada. Esperan que abra mi valija y produzca un avivamiento. Eso mismo es lo que intento hacer".
Saqué una valija, la abrí, tomé mi Biblia y declaré: "Todo está aquí. Aquí está el secreto del avivamiento, victoria y poder con Dios. Todo lo que necesitamos hacer es recibirlos, creerlos y ponerlos en acción. Necesitamos conocer quiénes somos, qué dice Dios acerca de nosotros y cuál es nuestra autoridad en Jesucristo".
Examinemos brevemente algunas de estas preciosas verdades que el Señor hacía arder dentro de mi alma esa noche. Estas verdades, han caracterizado mi ministerio de manera prominente desde entonces, demostrando ser otra llave hacia el avivamiento y la victoria cristiana.
A. NUESTRA POSICIÓN Y CONDICIÓN EN CRISTO
La epístola de Pablo a los Efesios cae naturalmente dentro de dos secciones: los primeros tres capítulos son una presentación positiva de la posición del creyente en Cristo. Esta sección concluye con esta promesa de bendición inspiradora...
"Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén" (Ef 3:20, 21).
Los segundos tres capítulos, tratan con las consideraciones prácticas en la vida del creyente.
Diríamos que la primera sección establece nuestra posición legal ante Dios; la segunda, el estado actual (condición) de nuestra vida cristiana.
La primera, trata con nuestra riqueza; la segunda, con nuestra vocación o caminar. La primera, nos muestra nuestros derechos; la segunda, nuestras responsabilidades. La primera, es doctrinal; la segunda, práctica.
1. Existe Un Orden Divino
Es importante que observemos el orden divino: primero, nuestra posición; después, nuestro estado o condición.
Hay demasiados cristianos que están tratando de perfeccionar su estado a fin de ganar la posición correcta delante de Dios.
Esto, es contrario al método de Dios.
Primero, Él nos da la posición correcta y nos pide que la creamos; luego, nos da poder para vivir en conformidad a la misma. Nuestra posición, nuestra riqueza, nuestros derechos y privilegios en Cristo son adquiridos únicamente por la gracia de Dios. Ellos, representan el favor de Dios sobre todos los creyentes.
2. Tenemos Que Aceptar Nuestra Posición
Si queremos cuidar de nuestra condición, nuestra vocación y nuestras responsabilidades en nuestra vida diaria, primero que nada tenemos que aceptar lo que hemos llegado a ser cuando fuimos ubicados en Jesucristo.
Es vital que creamos de corazón esta revelación divina como ha sido expuesta en los primeros tres capítulos de Efesios. Esto, nos dará el poder para "que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados" (Ef 4:1), como se nos requiere en los segundos tres capítulos.
Amigos, esta es la manera en que Dios siempre nos anima y ayuda. Primero, Él nos muestra lo que somos en Cristo. Él nos confiere las declaraciones certeras de Su gracia (poder capacitador). Luego, nos dice: "si solamente crees, entonces, lo que he declarado podrá llegar a ser una realidad práctica en tu vida". Así es que la fe obra. Creemos antes de ver.
La santificación o santidad de vida por cualquier otro medio, viene a ser una ley natural de las obras. Aun las buenas obras de la carne, son carnales. Las únicas obras que son agradables a Dios, son las que emergen como un fruto de Su gracia (capacitación divina) operando a través de nuestra fe en Su Palabra.
Veamos cómo esta verdad resplandece a través de Efesios.
B. LA BUENA PALABRA DE DIOS
En Efesios 1:3 tenemos un versículo que es el favorito de muchas personas:
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo".
Hay una profunda verdad oculta en este versículo. Las palabras "bendito" y "bendijo", vienen de la misma palabra griega de la que obtenemos nuestra palabra "elogio".
Esa misma palabra griega aparece en Romanos 15:29, donde Pablo dice:
"…llegará con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo", o literalmente, "la plenitud de la buena articulación del evangelio de Cristo".
En Romanos 16:18 se usa la misma palabra, pero esta vez en insinceridad.
Pablo habla de aquellos que "...con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos".
No obstante, las suaves palabras de Dios concernientes a nosotros, son genuinas y sinceras. Lea Efesios 1:3 ahora con una mejor traducción de su significado...
"Bendecido sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien ha hablado bien o con suaves palabras concerniente a nosotros con toda buena articulación en los lugares celestiales en Cristo Jesús".
Sí amigos, ¡esta es una verdad asombrosa! Dios nos elogia (articula o habla buenas palabras de nosotros) a medida que nos contempla en Cristo. Él habla grandes cosas de nosotros. Se expresa muy bien de nosotros.
1. Dios Habla Bien De Nosotros
Dios no habla bien de nosotros cuando estamos en nuestro estado no regenerado o adámico. Sin embargo, siendo que hemos aceptado a Cristo, Él nos ve en Su Hijo y nos tiene en muy alta estima.
a. La Naturaleza Adámica Tiene Que Morir. Él declara que nuestra naturaleza adámica tiene que morir con la vieja criatura cuando es crucificada con Cristo (Ro 6:6-11).
b. Somos Nuevas Criaturas En Cristo. Declara que somos nuevas criaturas en Cristo, que las cosas viejas pasaron y que todas son hechas nuevas (2 Co 5:17).
c. Resucitamos Con Cristo. Él declara que nosotros resucitamos con Cristo y reinamos con Él en los lugares celestiales (Ef 2:6).
d. Perfectos En Cristo. Todo lo que Cristo hizo no fue para Sí Mismo, sino por nosotros. Dios nos ve perfectos (completos, cabales, sin mancha) en Cristo.
2. Dios Nos Anima Y Ayuda
El Método de Dios para animarnos y ayudarnos, siempre ha sido el mismo. Él nos da Su Palabra y nos llama para que la creamos y la pongamos en práctica.
a. No Se Deje Engañar Por El Diablo. El diablo tomó este método prestado. Lo vemos usando esta técnica en Génesis 3. Cuando le dijo la mentira a Eva, la incitó para que la creyera y actuara de acuerdo a ella.
Si Eva hubiera creído la Palabra de Dios y actuado de acuerdo a ella, no habría caído en el pecado ni arrastrado a toda la raza humana hacia la ruina con ella.
b. Siga El Camino De Dios. Dios todavía se acerca al hombre de esta manera:
1) Él nos da Su buena Palabra, y
2) Nos pide que la creamos con todo el corazón, y
3) Actuemos en conformidad a la misma.
c. La Palabra De Dios Tiene Poder. De hecho, si creemos la Palabra de Dios sinceramente, Él nos otorgará poder para actuar de acuerdo a ella. En Su Palabra hay vida y tiene poder para materializar las cosas (para que vengan a ser lo que uno ha dicho que sean).
Una semilla que es plantada en la tierra, retoñará con la vida y forma que Dios diseñó. La semilla de la Palabra de Dios recibida en nuestros corazones, también producirá vida y forma en nosotros.
Es por eso que Dios nos elogia a medida que nos ve en Cristo. Él sabe que si recibimos y creemos Su Palabra, ésta se materializará (será vista en formas visibles) en nuestras vidas. Esta es la fórmula divina para la victoria cristiana.
C. NUESTRA UNIÓN CON CRISTO
Apartados de Cristo estamos muertos en nuestros delitos y pecados. Sin embargo, Dios nos llama a que nos veamos a nosotros mismos como si estuviéramos en Su Hijo.
Luego, nos pide que creamos que estamos crucificados con Él, sepultados con Él y resucitados con Él. Esta unión del creyente con Cristo, es vista en dos aspectos: nuestra posición legal (como un pariente Suyo), y nuestra morada vital.
1. Nuestra Posición Legal
Esta es nuestra posición legal delante de Dios. En el momento en que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador y Señor, somos justificados. Se nos otorga una posición judicial, una posición legal delante de un Dios santo.
En Efesios 1:15-23, Pablo ora para que nosotros seamos iluminados espiritualmente en cuanto a nuestra posición legal en Jesús:
"Oro para que vosotros comencéis a entender cuán increíblemente grande es su poder para ayudar a los que creen en él.
Sucede que ese mismo poder majestuoso que levantó a Cristo de los muertos, le sentó en el lugar de honor a la diestra de Dios en el cielo, por sobre todo rey, o gobernador o dictador o líder.
Sí, su honor es mucho más glorioso que el de cualquier otro, ya sea en este mundo o en el mundo por venir (traducción literal)".
Luego en el Capítulo 2, Pablo declara que Dios "nos da vida" [nos levantó de los muertos] "juntamente con Cristo, y nos llevó al cielo para sentarnos en lugares celestiales con Cristo Jesús" (vs 4-6, traducción literal).
En la mente y propósito de Dios, cuando Cristo murió, nosotros también morimos en Él; cuando Él resucitó, nosotros también resucitamos con Él; y cuando Él ascendió a la diestra del Padre, nosotros también ascendimos y nos sentamos con Él en el trono a la diestra de Dios el Padre.
Estas son algunas de las "articulaciones buenas" pronunciadas por Dios a nuestro favor. Ellas representan una declaración divina de nuestra unión y privilegio legal por el hecho de estar con Jesucristo.
Pablo nos exhorta al decir: "…consideraos [dar por sentado] muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Ro 6:11).
La mente natural se rebela contra una revelación sobrenatural como esa. Es únicamente a medida que participamos de la mente de Cristo que podemos captar estas verdades.
Luego, éstas vienen a ser el camino hacia el poder y la victoria personal sobre los problemas, el pecado, la enfermedad y los demonios.
2. Nuestra Morada Vital
Dios nos ha otorgado una posición legal en Cristo (la cual, tenemos que aceptar por fe). Él también ha producido una experiencia vital en nosotros por Su Espíritu.
Al escribir a los Gálatas, Pablo dice: "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!" (Ga 4:6).
Nuestra naturaleza adámica está muerta a Dios. Pero desde nuestro nuevo nacimiento habita en nosotros el Espíritu divino del Hijo. Pablo dice: "Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él" (1 Co 6:17).
Él vuelve a testificar en Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".
Pablo ni vivió su vida diaria, ni condujo su tremendo ministerio dependiendo de su poder o sabiduría personal. Él operó por el concepto, divinamente inspirado, de que Cristo vivió dentro de él por Su Espíritu.
El Apóstol Juan también comprendió esta verdad: "…porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Jn 4:4).
El mismo apóstol escribió en Juan 1:16: "Porque de Su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia".
Esto, significa que nosotros los creyentes tenemos residiendo en nosotros el pleno potencial de la vida de Cristo. Él coloca Su amor, Su gozo, Su paz, Su paciencia, Su bondad, Su tolerancia, Su fe, Su mansedumbre y templanza (o autocontrol) dentro de nosotros (Ga 5:22, 23). Todos éstos, son el fruto de Su Espíritu que mora en nosotros.
Por fe aceptamos la posición legal que Dios nos ha dado (esto es, en nuestra posición legal en Cristo). El Espíritu de Cristo que mora en nosotros responde a nuestra fe y produce la naturaleza de Cristo en nosotros.
De estas dos maneras, [1] nuestra creencia y [2] la capacitación del Espíritu, nuestra unión con Cristo interacciona. Éstas, nos revisten de poder para vivir de tal manera que otros puedan ver a Cristo en nuestras vidas.
En medio del caos y las presiones de este mundo, no olvidemos nunca que tenemos dentro de nosotros un "santuario interno". Cristo debe residir allí. De Él tomamos los recursos que son más adecuados para cada necesidad y cada situación. Romanos 8:37 nos dice: "Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó".
D. NUESTRA AUTORIDAD EN CRISTO
Porque Dios Mismo ha declarado que estamos en Cristo, y todo lo que es dicho concerniente a Cristo es dicho también concerniente a nosotros.
Al elogiar a Cristo, el Padre nos elogia (dice cosas de alta estima) en Cristo.
1. Autoridad Sobre El Poder Del Enemigo
Cristo tiene toda autoridad (Mt 28:18). Por consiguiente, nosotros tenemos autoridad (Lc 10:19):
"He aquí os doy potestad [autoridad] de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza [habilidad para hacer daño] del enemigo, y nada os dañará".
2. Autoridad Sobre Satanás
La cabeza de Satanás fue aplastada (fatalmente herida) y pisoteada bajo la planta del pie de Cristo (Gn 3:15). También es pisoteada bajo la planta de nuestros pies:
"Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies" (Ro 16:20).
Satanás ha sido legalmente puesto debajo de los pies de Cristo, en otras palabras, está sujeto a Su autoridad (Ef 1:22). Y Satanás también ha sido legalmente puesto bajo la planta de nuestros pies.
El salmista declaró: "Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón" (Sal 91:13).
3. Autoridad Como Los Embajadores De Cristo
Como Cristo fue enviado a este mundo, nosotros también lo hemos sido. Jesús dijo al Padre:
"Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo" (Jn 17:18).
Por lo tanto, somos embajadores de Cristo y tenemos Su autoridad para ir, hablar y actuar en Su bienestar (2 Co 5:20).
Él nos ha dado un poder legal, es decir, la autoridad para obrar como representantes de Jesucristo. Con Su autoridad predicamos el evangelio, colocamos nuestras manos sobre los enfermos y echamos fuera demonios.
4. Autoridad En El Reino De Dios
Jesús es el heredero de todas las cosas, y nosotros somos "herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Ro 8:17). Nosotros compartimos los derechos de Su trono aquí y ahora mismo, y reinaremos con Él en Su Reino milenario.
5. Crea En Dios Por La Palabra
Amigos, de seguro que aquí hay una llave que puede transformar su vida. Crea esto. Abrirá para usted la puerta hacia los recursos inagotables del Reino de Dios.
En el Capítulo 1, consideramos que se encuentra la llave de La Autoridad De Cristo.
Aquí tenemos ahora una segunda llave: es la autoridad del creyente en Cristo o, como diríamos, la autoridad de Cristo en el creyente.
Dejemos de justificar los fracasos y convirtamos nuestras excusas en testimonios. Retengamos la llave que nos es ofrecida, creamos en ella, usémosla y comprobémosla.
Desde el tiempo en que estas llaves fueron impresas profundamente sobre mí aquella noche de 1951, jamás he cesado de dar gracias a Dios por esta llave de autoridad. He seguido exhortando a cada creyente a que se atreva a creer en Dios por lo que dice en Su Palabra y a poner en práctica el privilegio de ser un pariente de Cristo.