domingo, 29 de enero de 2017

LOS SALUDOS DE PABLO.





                                          Romanos 1:1-

Comencemos, pues, leyendo el versículo 1, que da comienzo a

Los saludos personales de Pablo

"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios"

En primer lugar deseamos mencionar que las dos palabras "a ser" no aparecen en los manuscritos originales. En otras palabras, este versículo debiera leerse así: "Pablo, siervo de Jesucristo, llamado un apóstol, apartado para el evangelio de Dios".

El nombre Pablo, que proviene del latín Paulus significa « pequeño ». En los Hechos 13:9 vemos que también fue llamado Saulo de Tarso. Ahora, queremos que note que Pablo desde el principio se identifica a sí mismo como un siervo en esta Epístola. La palabra que se usa en el griego es "doulos" que significa esclavo; o sea que Pablo fue esclavo de Jesucristo. Ahora bien, él era un apóstol, pero primero él se identifica como un esclavo, como alguien obligado a servir. Y es importante que observemos esto. Es importante que sepamos por qué Pablo tomó este lugar voluntariamente. Y, estimado oyente, el Señor Jesucristo nos amó y se dio a Sí mismo por nosotros. Pero Él nunca nos obliga a ser Sus esclavos. Usted tiene que dar ese paso voluntariamente, y convertirse en un esclavo y servidor de Jesucristo. Él nunca le obligará a servirle.

Notemos que el Señor Jesucristo hasta tuvo esta actitud hacia Jerusalén, pues, en el evangelio según San Mateo, capítulo 23, versículo 37, dijo: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste!" Y en otra ocasión tenemos al Señor Jesucristo diciendo en el capítulo 5 del evangelio según San Juan, versículo 40: "Y no queréis venir a mí para que tengáis vida". Es maravilloso que usted tenga el privilegio de convertirse en un esclavo del Señor Jesucristo. Usted tiene que hacer esto por su propia cuenta. Él no le obligará.

Ahora, quizá usted recuerde lo que se le dijo a Pablo en el camino a Damasco, cuando el Señor le detuvo. Bueno, primero Pablo preguntó: "¿Quién eres, Señor?" Y Él le dijo: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues". Fue en ese momento que Pablo llegó a conocerle como Su Salvador personal. Pero entonces, Pablo le hizo una segunda pregunta: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?" Y en ese momento Pablo se hizo un esclavo en el servicio a Jesucristo. Este incidente se encuentra en los Hechos 9:4-6.

Bien, volviendo ahora a nuestro estudio del primer versículo de la carta del apóstol Pablo a los Romanos, vemos que él no solamente fue un esclavo o siervo de Jesús, sino que también se identificó como Su apóstol. Nos da a conocer que Cristo mismo lo llamó para ser un apóstol; que él fue llamado para desempeñar ese oficio. No fue algo que Pablo escogió. El Señor Jesús le dijo que sería Su testigo.

Este hombre, pues, primero se identificó a sí mismo como siervo o esclavo de Cristo, y entonces fue llamado a ser apóstol. Y en realidad, este es el único tipo de persona que Dios puede usar como Su siervo: la persona que Él haya llamado o escogido. Pablo pudo decir en su primera carta a los Corintios, capítulo 9, versículo 16: "¡ay de mí si no anunciare el evangelio!"

En el Antiguo Testamento tenemos un caso similar en el profeta Jeremías, quien fue llamado en su niñez. Y fue debido a ese llamado, que Jeremías pudo decirle a los falsos profetas, que Dios les había dicho a ellos, según leemos en Jeremías, capítulo 23, versículo 21: "No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban". Con todo esto tenemos que llegar a la conclusión, que Pablo fue un apóstol llamado por Dios.

Pablo dijo ser un apóstol, que significa « alguien que ha sido enviado ». El Señor dijo que ningún enviado es más que el que le envía (Juan 13:16). La palabra se refiere a alguien elegido por el Señor Jesús para anunciar el Evangelio. Y tenía que haber sido testigo del Cristo resucitado. Y Pablo le vio y nos dijo en su primera carta a los Corintios, capítulo 15, versículo 8: "Y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí". Por ello Pablo hizo la pregunta retórica, en 1 Corintios 9:1: "¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? " Pero, había otra marca que era un distintivo de un apóstol de aquel entonces; y esa marca era que un apóstol tenía que tener lo que podríamos llamar, dones que sirvieran como señales. Y Pablo dijo que podía hablar en otras lenguas. Y una vez más, en su primera carta a los Corintios, capítulo 14, versículo 22, dijo que el hablar en lenguas era una señal especial para los incrédulos. De modo que, creemos que este don, por lo menos en parte, consistía en poder hablar y testificar de Cristo en su propio idioma, a los que no conocían el griego, el latín o el hebreo que Pablo hablaba normalmente.

Otro don que Pablo tenía, que lo señalaba como apóstol, era el de la sanidad. Pedro también tenía este don de la sanidad. Y tanto Pedro como Pablo tenían también el don de levantar a los muertos.

Pablo fue entonces un esclavo en el servicio de Jesucristo. Fue llamado un apóstol. Y ahora tenemos una tercera cosa que se dice en cuanto a él. Dice aquí, en el capítulo 1, versículo 1, que hemos leído, que Pablo fue: "apartado para el evangelio de Dios". Pablo había sido apartado o separado para algo. No dice aquí que él estaba separado de algo, sino apartado para el evangelio de Dios. No hay un significado negativo en esta expresión. Es una separación totalmente positiva para el evangelio. Este evangelio es de Dios, pues tuvo su origen en Dios. Es algo que proviene de la mente de Dios.

Volvamos a esta frase: "apartado para el evangelio". Pablo no indicó que había sido separado de alguna cosa, sino apartado para algo. En otras palabras, la expresión, "apartado para", tiene un significado maravilloso que deseamos explorar ahora. Tomemos por ejemplo la palabra "matrimonio". Esta palabra significa unión en su forma más íntima. En el capítulo 2, del libro de Génesis, versículo 24, dice que el matrimonio significa "unión", al mismo tiempo que significa "separación". Dice que el hombre dejará o sea, se apartará de su padre y de su madre; pero también dice que se unirá a su mujer, y que la unión será tan perfecta que la describe así: "serán una sola carne". Serán como una sola persona. O sea que, que esa palabra puede significar separar y también unir. Pues bien, la palabra usada aquí por Pablo es la palabra "apartado" o "separado". En el caso del apóstol Pablo, no hay duda alguna que él era un cristiano separado; pero él estaba separado para algo.

Quizás algunos cristianos hacen hoy énfasis en estar separados o apartados de algo, lo cual tiene una connotación negativa y de orgullo espiritual. Un cristiano que está apartado o separado de algo y no apartado para Cristo, tendrá una vida espiritualmente árida. No disfrutará de la alegría de su salvación y se convertirá en una persona crítica de los demás. Son muchos los que usan esta palabra en un sentido totalmente negativo. Es como si comprendiesen la vida cristiana como si consistiera de solamente despojarse de esto o de aquello. Sólo pueden recitar una larga lista de las cosas que no hacen. Tememos que tales personas han perdido su perspectiva espiritual, pues, lo de mayor importancia es el ser separado para algo. Permítanos ilustrar lo que estamos diciendo, con una porción del Nuevo Testamento. En la primera carta a los Tesalonicenses, capítulo 1, versículo 9, Pablo indicó que los creyentes que vivían en Tesalónica, cuando aceptaron a Cristo como su Salvador personal, se convirtieron; o sea, se apartaron "de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero". Estimado oyente, es necesario que usted se separe para Cristo. Si usted está dispuesto a separarse para Cristo, entonces automáticamente ocurre la separación de lo demás. Lo importante es apartarse para algo y no de algo. Si usted se ha separado para el Señor Jesús, entonces usted no tendrá que preocuparse si se ha separado de algo. Es muy interesante el resultado práctico de tal separación positiva. Significa que usted vivirá una vida que despierta interés y simpatía, y no una vida que decepcione.

Se cuenta que una vez una niña dijo: "Los cristianos son como la sal. La sal produce la sed en uno". ¡Pensemos en esto por un momento! Y mientras tanto conteste usted: ¿qué está haciendo usted para provocar en otra persona una sed de Jesús? Él es el Agua de la Vida. ¿Estamos creando una sed por esta Agua?

Otro aspecto interesante en cuanto a esta palabra "separación" es que en el griego proviene de la misma palabra de donde nosotros recibimos la palabra "horizonte". Hemos notado que cuando uno se remonta en un avión, mientras más alto esté, más extenso es el horizonte. Así también es tan maravilloso ser separado para Cristo, porque Él le trae nuevos horizontes a la vida; horizontes sumamente amplios y extensos. Uno recibe una nueva vida en Cristo Jesús. Y ¡cuán maravillosa es esa nueva vida! Le trae a uno una nueva apreciación de la vida. Lo que queremos decir es esto: el apóstol Pablo dijo en su primera carta a los Corintios, capítulo 13, versículo 11, que cuando él era un niño, hablaba como niño, se comportaba y razonaba como niño, pero que cuando llegó a ser hombre dejó a un lado lo que era propio de la infancia. Ahora, si usted estimado oyente, viene a Cristo Jesús, usted se separa para él. Y separarse para Cristo, no quiere decir que usted se vuelva un introvertido, ni que sea una persona de criterio estrecho y cerrado. Separarse para Cristo quiere decir que su vida se ampliará y que usted podrá disfrutar de la emocionante experiencia cristiana.

Bien, este versículo 1 de la carta a los Romanos dice que Pablo estaba "apartado para el evangelio de Dios". Ningún ser humano inventó el Evangelio. Cuando nosotros llegamos, el evangelio ya había estado en existencia por más de 2000 años. Usted puede, o bien aceptar, o bien, rechazar el evangelio de Dios, el evangelio originado por Dios. Leamos ahora el versículo 2 de Romanos 1

"Apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras"

Esto quiere decir que si uno vuelve atrás y examina los Libros del Antiguo Testamento, se dará cuenta que el evangelio fue prometido por los profetas a través de todo el Antiguo Testamento. Su mensaje era que Dios amaba a la humanidad y que Dios proveería una manera de salvar a la humanidad. Nos traería a una relación de amor. Él nos amó y se entregó por nosotros. Y según dijo el apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 4, versículo 19: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero". Y el apóstol Pablo lo expresó de una manera más personal cuando dijo en su carta a los Gálatas, capítulo 2, versículo 20: "me amó y se entregó a sí mismo por mí". ¡Qué maravillosa relación!

Los versículos 2 al 6 forman un paréntesis que presenta una definición del evangelio que, en primer lugar, es todo lo referente a Jesucristo. Y la primera parte del versículo 3, dice;

"Acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo"

Esta palabra "acerca" es traducida de la preposición griega "peri", y es la palabra que usamos como prefijo para palabras tales como periscopio, perímetro, y otras. Esta palabra significa "algo que cerca o que rodea". Este evangelio es entonces, totalmente acerca de Jesucristo. Es acerca de lo que Él ha hecho; es Su obra.

Y aquí tenemos su título. Él es el Hijo de Dios y es Cristo Jesús nuestro Señor. Ése es Su nombre maravilloso. Hoy en día estamos viendo y oyendo mucho acerca de que lo que necesitamos es la religión de Jesús. Pero Jesús no tenía ninguna religión. Él no necesitaba ninguna, pues Él era y es Dios. Él no podía adorar a otro. Es a Jesús a quien nosotros debemos adorar.

Alguien quizá dirá: "Pero Él oró". Bueno, es verdad que lo hizo, pero lo hizo para ayudarnos. Cuando Él asumió la naturaleza humana, Él se humilló voluntariamente y vivió a nuestro nivel. Recordemos el caso de Lázaro. Al lado de su tumba Jesús dijo, según vemos en el evangelio según San Juan, capítulo 11, versículos 41 y 42: "Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo se que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado". Estimado oyente, Jesús oró para fortalecer nuestra fe. Él es el Cristo, el Señor Jesucristo.

Ahora, observemos que también hay otra gran verdad que se dice aquí acerca de Jesucristo. Dice el resto del versículo 3:

"Que era del linaje de David según la carne"

Aquí se refiere a la humanidad de Jesús. Nació de una virgen porque ha sido declarado el Hijo de Dios con poder, porque, según el versículo siguiente, el versículo 4:

que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos.

Y aquí hay que aclarar que la resurrección no fue lo que hizo Hijo de Dios a Jesucristo. Ésta sólo confirmó y reveló quien era Él. Y una vez más, aquí aparece esa palabra griega que significa "horizonte", que recién comentábamos. Jesús fue declarado Hijo de Dios. Tenemos aquí pues, la perfecta humanidad de Cristo y también Su perfecta deidad. El Credo más antiguo de la Iglesia decía: "Él es tan hombre como cualquier hombre y tan Dios como el mismo Dios". Pero Pablo lo dijo aún antes de que ese Credo fuera formulado, pues, aquí lo tenemos en estos dos versículos que acabamos de leer. Jesús no es más Hombre porque es Dios, ni es menos Dios porque es Hombre. Él es Dios y Hombre.

Siguiendo adelante ahora con nuestro estudio del versículo 4, vemos que dice que fue declarado Hijo de Dios con poder, "según el Espíritu de santidad". Y creemos que esta es una referencia obvia al Espíritu Santo. Creemos que tenemos aquí, la Trinidad ante nosotros.

Además, el versículo 4, concluye diciendo: "por la resurrección de entre los muertos". Permítanos decir, estimado oyente, que la resurrección, lo comprobó todo. Lo presentó como el Hijo de Dios. Al leer la Biblia encontraremos que Él es presentado en el poder de Su resurrección. Le vemos primero en los días de Su humanidad, con un cuerpo físico, caminando sobre esta tierra, despreciado y rechazado por los seres humanos. Le vemos en Su debilidad cuando estaba sentado descansando junto a un pozo y cuando descansaba en una barca sacudida por la tempestad. Y, finalmente, le vemos pasar por la vergüenza de la cruz. Pero llegaría el momento en que sería resucitado de los muertos. Su resurrección probó la veracidad de Sus palabras cuando dijo, en Juan 8:23, "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, pero yo no soy de este mundo". Los días de caminar por los polvorientos caminos de Israel se habían terminado. Él había regresado de los muertos con gran poder. Su resurrección había comprobado y demostrado la veracidad de Su nacimiento virginal. Evidentemente, Él era el Hijo de Dios y con poder.

Después, tenemos aquí otra verdad. Vemos a Cristo resucitado y sentado actualmente e la derecha de Dios en los cielos, intercediendo hoy por los creyentes, y dándoles poder, energía y consuelo. Hay un Hombre allí en la gloria celestial, pero muchos cristianos no parecen apreciar plenamente esta verdad. Necesitamos recuperar esa conciencia de Jesús, de Su Persona. Estimado oyente, ¿está usted hoy en contacto con el Cristo que vive?

Igualmente, la resurrección de Cristo nos asegura que Él vendrá a esta tierra como el Juez, el Rey de reyes y Señor de señores. Él acabará con el pecado y reinará con justicia sobre la tierra. Como el apóstol Pablo les dijo a aquellos sofisticados filósofos de Atenas, incidente registrado en los Hechos 17:29-31: "29Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. 30Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, acreditándolo ante todos al haberlo levantado de los muertos". Hay entonces una solemne realidad: Porque Cristo ha resucitado de los muertos, usted tendrá que estar ante Él algún día. ¿Se presentará ante Jesús como alguien que ha confiado en Él como su Salvador, o se presentará usted allí para ser juzgado? Si usted no le ha recibido como su Salvador, la condenación de Dios estará sobre usted. Nadie puede presentarse ante Él por su propia justicia. A menos que usted confíe en Él como su Salvador, quedará condenado por la eternidad. Por ello, estimado oyente, terminamos hoy afirmando, que la resurrección de Cristo garantiza que cada uno de nosotros deberá enfrentarse al Señor Jesucristo. Por ello, le invitamos a considerar su tiene usted, o no, una relación con Dios. Porque, como dijo el Evangelista Juan en 3:17, "17Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18El que en él cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios".