lunes, 19 de junio de 2017

GUARDIANES


"¿Tenemos ángeles guardianes?"

 
 Mateo 18:10 dice, “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.” En el contexto, “estos pequeños” puede aplicarse indistintamente a aquellos que creen en Él (v.6) o puede referirse a niños pequeños (vv.3-5). Este es el pasaje clave cuando surge la discusión sobre los ángeles de la guarda. No hay duda de que hay ángeles buenos que protegen (Daniel 6:20-23; 2 Reyes 6:13-17), revelan información (Hechos 7:52-53; Lucas 1:11-20), guían (Mateo 1:20-21; Hechos 8:26), proveen (Génesis 21:17-20), y ministran a los creyentes en general (Hebreos 1:14). Hay muchas más ejemplos de esto en la Escritura.

La pregunta que surge es si cada persona –o cada creyente—tiene un ángel asignado a él/ella. En el Antiguo Testamento, la nación de Israel tenía asignado a ella al arcángel Miguel (Daniel 10:21; 12:1), pero en ninguna otra parte de la Escritura se establece que un ángel haya sido “asignado” a un individuo (aunque algunas veces eran enviados a individuos, no se menciona que se les diera una asignación “permanente”). Un comentarista declara que los judíos tenían grandemente desarrollada la creencia de los ángeles guardianes durante el tiempo transcurrido entre en Antiguo y Nuevo Testamento. Algunos padres de la iglesia primitiva creían que cada persona no sólo tenía asignado un ángel bueno, sino también un demonio. La creencia de ángeles guardianes ha estado circulando por largo tiempo, pero no hay bases en la Escritura para ello.

Regresando a Mateo 18:10, la palabra “sus” es un pronombre colectivo en el griego, y se refiere al hecho de que los creyentes son servidos por los ángeles en general. Estos ángeles “siempre” son descritos, viendo el rostro de Dios, como estando siempre atentos para escuchar Sus órdenes, de ayudar a un creyente cuando se necesite. Si se tomara del pasaje de Mateo, como la referencia a los ángeles de la guarda, parecería que estos ángeles no están en un servicio activo, sino más bien “viendo siempre el rostro del Padre que está en los cielos”. El servicio activo o vigilancia parece entonces venir más de Dios que de los ángeles, lo que tiene perfecto sentido, porque sólo Dios es omnisciente. Él ve a cada creyente en todo momento, y sólo Él sabe cuando uno de nosotros necesita la intervención de un ángel. Puesto que ellos están continuamente viendo Su rostro, los ángeles se encuentran a Su disposición para ayudar a uno de Sus “pequeños.”

En la sociedad occidental actual, está de moda creer en ángeles. Tenemos películas que se enfocan en los ángeles; tenemos series de televisión, que muestran a los ángeles como siendo asignados para ayudar a los humanos. La Escritura hace claro que aunque los ángeles poseen un poder y conocimiento sobrehumano, ellos sólo son seres creados, al igual que nosotros y son “nada” comparados con Dios. Como tales, ellos no deben ser adorados (Éxodo 20:1-6; Colosenses 2:18). La adoración únicamente debe ser reservada para el Dios Trino. Desafortunadamente, mientras que los programas acerca de ángeles, sirven a Dios sólo de labios, el Hijo de Dios es raramente mencionado (si no es que nunca). Como dice Dios en Juan 5:23, que si uno no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió.

No puede ser respondido enfáticamente por la Escritura, si cada creyente tiene un ángel guardián asignado a él/ella. Pero como se aclaró anteriormente, Dios los utiliza para ministrarnos. Es bíblico decir que Dios los utiliza a ellos, como nos utiliza a nosotros. De ninguna manera somos necesarios ni nosotros ni ellos, para llevar a cabo Sus propósitos, sin embargo Él elige utilizarlos a ellos y a nosotros (Job 4:18; Job 15:15). Al final, ya sea que tengamos un ángel asignado para protegernos o no, tenemos la mayor seguridad que nos brinda Dios - que si somos Sus hijos a través de la fe en Cristo, Él hace que todas las cosas sucedan para bien (Romanos 8:28-30), y que Jesucristo nunca nos dejará ni nos desamparará (Hebreos 13:5-6). Si tenemos un Dios omnisciente, omnipotente y amoroso con nosotros, ¿realmente importa si tenemos a un ángel finito a nuestro lado?