martes, 16 de mayo de 2017
"¿Cuál es la clave para lograr que el matrimonio perdure?"
El apóstol Pablo dice que la esposa está “sujeta” a su esposo mientras él viva. “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras él vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.” (Romanos 7:2). El principio que podemos percibir aquí, es que alguien tiene que morir antes de que el matrimonio se dé por terminado. En nuestra sociedad moderna, el matrimonio termina en divorcio en más del 51% de las veces. Eso significa que más de la mitad de las parejas que hacen el voto, “Hasta que la muerte nos separe”, no llegan hasta ese punto.
Así que la pregunta se convierte en, “¿Qué puede hacer la pareja casada para asegurarse de que su matrimonio dure – hasta que la muerte los separe?” La primera y más importante medida es la obediencia a Dios y a Su Palabra. Este es un principio que debiera ser reforzado en la vida antes del matrimonio y mientras el hombre y la mujer están aún solteros. Dios dice, “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3) Para el creyente nacido de nuevo, esto significa, no entablar relación cercana alguna con alguien que no sea creyente. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? (2 Corintios 6:14). Si este principio es acatado, evitará muchos futuros sinsabores y sufrimientos en un matrimonio.
Otro principio que protegerá la duración de un matrimonio es que el esposo obedezca a Dios, en el amor, el honor y protección que debe brindar a su esposa como lo haría con su propio cuerpo (Efesios 5:25-31). La contraparte de esto es que la esposa debe obedecer a Dios y someterse a su esposo “...como al SEÑOR” (Efesios 5:22). El matrimonio entre un hombre y una mujer es la ilustración de la relación entre Cristo y la iglesia. Cristo se dio a Sí mismo por Su iglesia, para amarla, honrarla y protegerla como Su “esposa” (Apocalipsis 19:7-9).
Cuando Dios trajo a Eva con Adán en el primer matrimonio, ella fue formada de su “carne y huesos” (Génesis 2:23) y ellos se volvieron “una sola carne” (Génesis 2:23-24). Este es un concepto que se ha perdido en nuestra sociedad moderna. El llegar a ser una sola carne significa más que solo la unión física. Significa la unión de mente y alma para formar una unidad. Esta relación va más allá de la atracción sensual o emocional y entra dentro del terreno de la “unidad” espiritual que sólo puede ser lograda cuando ambas partes se sujetan a Dios y una a la otra. Esta es una relación que no está hecha de “mí o mío” sino de “nosotros y nuestro”. Este es uno de los secretos para tener un matrimonio duradero. El hacer que un matrimonio perdure hasta que la muerte de alguno de ellos los separe, es algo que ambos esposos deben considerar como su prioridad. El solidificar nuestra relación vertical con Dios, nos lleva a asegurar que la relación horizontal entre esposo y esposa sea duradera y una unión que también glorifique al Señor.